La libertad para ser consumidor de droga

‘Juan’ asegura que consume todo tipo de droga. Tiene 24 años, es estudiante de Economía de una universidad en Guayaquil y de ninguna manera se considera un adicto.

‘Juan’ asegura que consume todo tipo de droga. Tiene 24 años, es estudiante de Economía de una universidad en Guayaquil y de ninguna manera se considera un adicto. Eso, a pesar de confesar que varias veces a la semana amanece en casa de sus amigos sin poder recordar qué le sucedió la noche anterior que ha consumido alguna sustancia.

Como él, varios de sus compañeros de la universidad son consumidores de alcohol, cigarrillos y principalmente marihuana, las tres consideradas como drogas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Lo dice sin preocupación, pues asegura que la facilidad de acceso a las drogas ilegales ha incrementado en los últimos años, a tal punto de que a ellos les parece normal.

Según la Secretaría Técnica de Drogas (Seted), hasta el 2015 los estudiantes universitarios en Guayas gastaban un promedio de 62,20 dólares mensuales en comprar diferentes tipos de drogas, incluido el alcohol y el cigarrillo (ver gráfico adjunto).

Víctor Mendoza, profesor de la misma universidad, cree que el tema de la cotidianidad es preocupante, especialmente en las drogas ilegales, pero que nadie lo denuncia. Y que sin duda esas cifras han aumentado.

“Todo se vende afuera de las instituciones. Claro que los que estudian aquí son mayores, pero no por eso se debe dejar de controlar”, expresa Mendoza.

Para Carlos Tutivén, sociólogo y profesor universitario, esto es consecuencia de un proceso social en el que poco a poco se han ido ganando libertades y en el que cada ser humano debe ser responsable de sí mismo.

“Ahora hay una ‘invitación’ de toda la sociedad de consumo; no solo de drogas, de consumo en general: goza, diviértete, experimenta. ¿Cómo vamos entonces a pedirle nosotros a esta juventud que se controle y se autorregule si la sociedad contemporánea te invita a liberarte de todas las prohibiciones’”, reflexiona el profesor.

Algunas instituciones públicas implementan planes para prevenir y controlar el consumo de estas sustancias, pero sus esfuerzos están principalmente direccionados a precautelar el bienestar de los adolescentes.

“No descuidamos a los universitarios... pero los jóvenes de 12 a 17 años, por su condición de desarrollo, son mucho más vulnerables a los efectos nocivos de las drogas”, explica Andrés De la Vega, subsecretario general de la Seted.

Tutivén considera que las acciones para prevenir el consumo deben surgir de la sociedad civil, ya que la juventud le ha perdido respeto a la autoridad.