Hacer una lectura adecuada

Al momento de escribir el presente editorial no existen todavía todos los elementos requeridos para intentar hacer una lectura medianamente lúcida de la situación nacional. Pueden darse acontecimientos no previstos que nuliten cualquier interpretación optimista, tal cual suponer que el conflicto ha concluido, dado que detrás de la agitación que se vive, más allá de las reacciones generadas por la decisión de acabar con los subsidios a los combustibles, está la provocada por quienes intentando pescar a río revuelto han asumido una actitud francamente conspiradora que el Ecuador tiene que rechazar, como en efecto ha hecho, en las principales ciudades del país.

No cabe ahora dudar que existen vínculos entre ciertos sectores políticos, usufructuarios de la década infame, y grupos delincuenciales de distinta actividad que pretenden mantener secuestrada la República. Por tanto, sin negar la necesidad de atender como justas muchas de las reivindicaciones planteadas por los campesinos ecuatorianos, cabe a su vez hacerles comprender que estas no pueden asumirse si no se supera, con realismo, el despilfarro económico de los subsidios.

Ahora hay que llegar a acuerdos, en función del interés común, excluyendo como argumento las tentaciones al chantaje.

’Es obligación patriótica recuperar la paz en la República pero, sin dejar de asumir las lecciones de estos agitados días’.