Plantilla. Luis Pilacuan (segundo desde la izq.), junto a parte del equipo que desarrolló el proyecto.

La leche de cabra revoluciona

Industrializar la leche de cabra para elaborar leche fermentada, manjar y queso empleando probióticos (microorganismos) y prebióticos (fibras) para obtener un producto de alto valor nutricional, es un proyecto en el que trabaja un grupo de docentes y e

Industrializar la leche de cabra para elaborar leche fermentada, manjar y queso empleando probióticos (microorganismos) y prebióticos (fibras) para obtener un producto de alto valor nutricional, es un proyecto en el que trabaja un grupo de docentes y estudiantes de la Universidad de Guayaquil.

Como lo anunció EXPRESO el 1 de diciembre pasado, con motivo de los 150 años del alma mater, esta iniciativa y la de cerámica basada en el caparazón de cangrejo iban a cruzar el océano para participar en la competencia internacional del Dong Sheng Technology Cup, (el equivalente chino del Silicon Valley, el parque tecnológico de EE. UU.), que se efectuó en Beijing a fines de ese mes.

Allí participaron más de 400 proyectos de varias prestigiosas universidades como Standford, de EE.UU.; de Hong Kong y Beijing, en China; y otros centros académicos. La universidad ‘Estatal’ fue la única presente de Sudamérica y el proyecto de la leche de cabra mejorada obtuvo el tercer lugar.

Lo elabora un grupo de investigadores de tres facultades: Ingeniería Química, Ciencias Químicas y Veterinaria, quienes se encargaron de analizar los elementos y asesorar en el cruce de raza del ganado caprino, en la hacienda que les proporciona la leche de calidad.

Bryan Guerrero, de 20 años, estudiante de séptimo semestre de Ingeniería Química, y la docente Carmen Llerena fueron los encargados de exponer al mundo la bebida hecha con leche de cabra, pero libre de lactosa, que cautivó a los asiáticos, cuya población en su mayoría sufre de intolerancia.

Para hacer la bebida más digerible añadieron prebióticos (betaglucano, inulina) y probióticos (acidophilus, bifidum y plantarum), además de las bacterias del yogur que mejoran el sabor de la leche.

“En China hay un producto lácteo, pero el que nosotros presentamos impresionó porque es el doble de beneficioso para la salud, ya que tiene muchos nutrientes. Los chinos creen que el producto puede tener buena acogida”, expresa con orgullo Llerena, docente con 20 años de experiencia en la industria de alimentos y bebidas, quien cursa un PhD en La Habana, Cuba.

Ella explica que el producto ayuda a fortificar el sistema inmunológico, combate las afecciones gastrointestinales, disminuye los problemas de colon, entre otros beneficios.

Guerrero, aún emocionado por lo logrado, dice que el premio ganado fue de 5.000 yuanes, que representan aproximadamente 700 dólares.

“Pero el premio mayor es un año de pasantía en ese parque tecnológico, donde habrá asesoría tecnológica, comercial y legal gratuita para poner en práctica el proyecto”, anota el estudiante, quien tuvo que tomar largas jornadas de inglés técnico y de asesoría en comercio exterior para desenvolverse en el evento internacional.

Ahora, ellos esperan que la Universidad de Guayaquil patente el proyecto para poderlo desarrollar y comercializar, primeramente, en el país.

La facultad de Ingeniería Química cuenta con un Instituto de Investigaciones Tecnológicas, donde hay una planta de procesamiento de alimentos para ejecutar el trabajo.

Del carapacho de cangrejo se elabora cerámica

La fabricación de cerámicas con carapacho de cangrejo fue otra propuesta innovadora presentada en China que obtuvo reconocimiento. Luis Pilacuan, docente de Ingeniería Industrial, y Freya Toapanta, estudiante de noveno semestre, idearon el proyecto usando materia prima orgánica y lo llevaron adelante con la ayuda de un equipo técnico de 10 docentes y alumnos.

Los caparazones de cangrejo que desechan en los restaurantes los recogen para molerlos y convertirlos en polvo, el mismo que es tratado con otros ingredientes (no dan nombres por seguridad) antes de colocarlo en un molde y meterlo a la estufa, donde se cuece durante treinta minutos a una temperatura entre 80 °C y 110 °C, para obtener la cerámica.

Pilacuan explica que esta baldosa tiene mayor dureza que otras debido al componente de la quitina que tienen los carapachos.

La cerámica se produce en tamaños de 30x30 y 60x60 centímetros, en los laboratorios de la Universidad de Guayaquil.

Ellos también ganaron un año de pasantía en un centro tecnológico, donde podrán desarrollar su producto.