Espera. Las jóvenes y sus familiares se acomodaron en las veredas que rodean la manzana del centro militar.

“Vine porque no logro estudiar ni trabajar”

Decenas de jóvenes esperan conseguir un cupo para ingresar al servicio militar. Ven el acuartelamiento como su futuro sustento.

Acostada encima de una colchoneta y junto a su mamá permanecía Génesis Peñafiel, una de las decenas de jóvenes que desde el miércoles hacen fila en los exteriores del Centro de Movilización de las Fuerzas Armadas, en el norte de Guayaquil, para obtener un cupo para el servicio militar, que por primera vez recibe a mujeres de entre 18 y 21 años.

Peñafiel, de 19 años, cuenta a EXPRESO que tomó la decisión de enlistarse luego de intentar por seis ocasiones ingresar a estudiar en la Universidad de Guayaquil. En algunos intentos no tuvo éxito con ninguna carrera y en otros le asignaron cupo para profesiones que no le llamaban la atención.

“Uno postula y le dan una carrera que uno no quiere y en el horario que uno no quiere. Yo he querido estudiar Gastronomía, Ingeniería Industrial, Párvulos, Literatura, Sociología, Psicología, pero me salía que podía ir a Informática y eso no es lo mío”, cuenta un poco resignada.

Además del estudio, la joven tampoco ha podido adquirir experiencia profesional, pues, pese a las más de 50 hojas de vida que ha enviado, no ha sido contactada por ninguna empresa. “No hay plazas de trabajo para los jóvenes. Fui al centro y a otras partes de la ciudad y no encuentro nada. Así que encontré esta oportunidad y espero que me salga”.

Unos metros más allá estaban otras cuatro chicas que se hicieron amigas para guardarse los espacios cada vez que alguna quería irse a bañar o a comer. Dos de ellas llegaron el miércoles desde Machala y las otras dos son de Guayaquil.

“Nos turnamos porque aquí se meten y nos toca dormir abrazadas a las maletas para que no nos roben. Este es un sacrificio y estamos dispuestas a todo”, asegura Daniela Alviño, de 20 años. Ella, al igual que una de sus compañeras que conoció mientras hacía fila, menciona que desde que era pequeña soñaba con llevar una vida militar.

“Yo he intentado antes ingresar, pero en escuelas pagadas. Lamentablemente mi familia no tiene tantos ingresos como para solventar la carrera”, indica Alviño.

“Desde que estaba en cuarto año pensé en querer entrar a la Policía, pero no me aceptaron. Si tampoco logro ingresar aquí, buscaré el apoyo de mi familia para ir a Quito”, indica Odalys Guananga, de 19 años.

Génesis Cano, también de Guayaquil, cuenta que toda su vida anheló estudiar Arquitectura, pero tampoco logró el puntaje necesario para pasar el examen de ingreso a la universidad. “Vine porque no logro estudiar ni trabajar. Tengo dos hermanos menores y mi padrastro es el único que lleva dinero a la casa. Con esto espero hacer carrera y apoyar en los gastos de mi familia”.

Como parte del control y para evitar problemas en la convivencia, una de las madres colocó una cinta con un número a cada una de las chicas de la fila. Así, explican, es más fácil detectar quién quiere cogerse un lugar que no le corresponde.

Durante la tarde, las jóvenes y sus familiares se alistaban para pasar la última noche antes de iniciar hoy el proceso de acuartelamiento.

Los datos

Beneficios

Los beneficios que recibirán quienes acudan a este llamado serán: seguro de vida, servicio médico, dental y social gratuito, alimentación diaria, remuneración mensual, formación en valores y principios, formar parte de la reserva instruida de las Fuerzas Armadas y el acceso a una carrera de reservista.

Centros

Las mujeres serán recibidas en los Centros de Movilización de acuartelamiento de Pichincha, Guayas, Azuay y Manta. Los hombres ingresarán en los de Pastaza, Carchi, Esmeraldas, Imbabura, Orellana, Sucumbíos, Guayas, Manta, Santa Elena, Portoviejo, Milagro, Pichincha y otros.