Es máster en Educación Superior, licenciada en Psicología Clínica y también profesora en las cátedras de Psicología del Desarrollo, Entrevista y Psicodiagnóstico con técnicas proyectivas, en la Universidad Católica de Guayaquil.

“Lo que quiere el adulto mayor es ser escuchado”

Un modelo clínico de intervención psicológica para atender las demandas psicoafectivas de los adultos mayores en los centros gerontológicos de Guayaquil, es lo que propone Ileana Velázquez en su último estudio.

En las instalaciones del Diario, Ileana Velázquez conversa con EXPRESO sobre una reciente investigación, que decidió emprender con un grupo de estudiantes para analizar cómo es la vida del adulto mayor que permanece por horas o que reside en un instituto gerontológico. Velázquez se enfocó en este segmento de personas porque considera que, pese a ser el que más problemas tiene, es generalmente al que menos atención se presta.

-¿Cómo fue el proceso de su investigación?

-Trabajamos en tres instituciones gerontológicas durante dos meses de lleno. Los jóvenes realizaban seguimiento y con toda la información obtenida y luego analizada, pudimos conocer cuál es la demanda de los adultos mayores y paralelamente saber qué estaban recibiendo de estas instituciones. En total, lo realizamos en un año.

-¿Cuál fue su objetivo?

-Ver qué podíamos rescatar del modelo que proponíamos, ya que no solo fue un diagnóstico, sino que a través de los resultados, podíamos emitir recomendaciones sobre los puntos en los que podían mejorar.

-¿Y qué encontraron?

-Que todas las instituciones analizadas, si bien hacen un gran trabajo y tienen cubiertas las necesidades básicas, no tienen cubierta la más importante y que va ligada al cuidado de su salud mental. En algunos lugares había psicólogos, pero no desempeñaban las funciones necesarias y que impidan su deterioro cognitivo.

-¿Como cuáles? ¿Qué pedían?

-Ellos querían ser escuchados, alguien con quién interactuar o algo que los remita a su época. Ellos querían una biblioteca para leer, por ejemplo, sus libros; ver películas o escuchar canciones, pero también de su época, no de ahora, no reguetón. Pero sobre todo pedían interlocutores, es decir, personas que se sienten ahí y tengan una escucha diferente. Que los ayuden a vivir lo mejor posible, ante su situación.

Velázquez afirma que no cualquiera puede atenderlos, ya que es muy importante que los trate un personal altamente capacitado. Ella presume que en el país no es fácil encontrar médicos, enfermeros especializados, pues de todas las instituciones que visitó, solo encontró a un gerontólogo. Asimismo, hace hincapié en la necesidad de contar con más residencias para el adulto mayor y centros gerontológicos que los inviten a recrearse.

-Tener interlocutores. ¿De qué forma esto los beneficiaría?

-Los haría sentir amados y que su palabra tiene validez, algo que se va perdiendo con el tiempo, precisamente porque los adultos mayores van perdiendo espacios vinculares. No basta entonces solo con que reciban las necesidades básicas, ellos demandan más servicios que los biológicos, que en efecto sí los están recibiendo.

-Y esa ausencia que hoy perciben, ¿de qué manera podría afectarlos?

- Los hace sentir tristes. Asimismo, esa falta de escucha, hace que pierdan su autoestima y autovaloración sobre sí mismos. Es como que ya no se sienten personas o sujetos capaces de hablar y decidir, y eso es realmente preocupante.

-¿Porque los debilita?

-Podría decirse que sí, porque la tristeza los impulsa a dejar de cuidarse. Cuando van a una institución gerontológica -y esto es algo que todos debemos de entender- la persona tiene que cortar con su mundo y construir nuevos vínculos, nuevas reglas, costumbres y convivir con desconocidos. Es difícil a los setenta años comenzar de nuevo, al igual que decirles que crucen la puerta del instituto y borren toda su vida. Entonces, por todo esto, hay que trabajar en cubrir sus necesidades más importantes. Los adultos mayores son tan reiterativos al contar su vida, porque a través de la palabra, pueden seguir contando aquello que fue su existencia y mantenerla. Por eso valen la pena los cambios.

-Los adultos mayores que no tienen ningún tipo de contacto con estas instituciones, ¿presentan las mismas demandas de quienes las residen o visitan?

-Sí. Si nos enfocamos en su principal demanda, que radica en el hecho de sentirse valorados y escuchados, todos las perciben. En los que residen, eso sí, estas necesidades suelen ser más significativas porque hay casos en donde los familiares ni siquiera los van a visitar. Pero en todo caso, todos tienen la misma demanda: buscan, quieren ser amados.

-Ahora que el trabajo ha culminado, ¿cuál es el siguiente paso?

-Hemos expuesto ya los resultados a algunas personas de los centros que nos permitieron estar en sus instalaciones y de otras más de la ciudad. Con ellos hablamos de la importancia de tener al menos un profesional del área clínica, que se encargue de atender este ámbito. Con el proyecto nosotros sugerimos este modelo de atención, que puede ser aplicado en algunos centros, según los servicios que ofrecen, bajo el marco teórico del psicoanálisis, que se enfoca en rescatar al sujeto y a su deseo, a su escucha. Lo que no implica que se tenga que hacer todo lo que el sujeto diga, pero sí ir trabajando y viendo en qué se puede mejorar.