“Nos queremos vivas”

Esa es la frase, consigna, grito de las mujeres del Ecuador del poscorreato. Frase profunda y total de su afirmación en el país moderno y posmoderno de hoy. Expresión que debe ser credo, código y bandera de todas, ante las continuas amenazas y muertes. Están asediadas, acosadas y victimizadas diariamente por una modalidad brutal de instintos salvajes de hombres subhumanos. Las niegan y destruyen los renegados del ‘Homo sapiens’. Lo hacen quienes creen que puede haber mundo, sociedad, amor, sensibilidad, ternura y vida sin ellas. Estamos atrapados en una atmósfera peligrosa de incomprensión, irracionalidad y animalidad pura. Se está negando la condición genética-sociocultural que asigna a las mujeres el rol de dadoras, reproductoras y sustentadoras de vida, amor, ternura, espíritu y porvenir. Vivimos tiempos oscuros y peligros.

El femicidio avanza, los jueces se silencian, los tribunales callan, los fiscales se esconden, los comisarios enceguecen y la ciudadanía enmudece amenazada por esa fuerza brutal que nos devora y destruye a todos. Por eso tenemos el deber de afirmar que el mundo y la vida no son posible sin las mujeres, sin lo que dan, portan, crean y recrean. Denunciar, protestar, detener y rechazar todo tipo de agresión y violencia sobre ellas es parte fundamental de la defensa de la humanidad, la sociedad, la historia y la vida del Ecuador, real y virtual. No olvidar: el correato estimuló la agresividad y violencia en las relaciones y acciones sociales con efectos en lo sociocultural hacia ellas.

“Nos queremos vivas” es complemento y la otra cara de la expresión “las necesitamos vivas”. Sí, porque sin ustedes los días y noches son grises, opacos, oscuros, tenebrosos y terribles. Ustedes no son solo el complemento de nosotros sino esas “otras” que nos permiten ser nosotros como vida, espíritu, palabra, ternura, poesía, amor, esperanza, historia, imaginación, deseo, tristeza, alegría, llanto, risa, beso, nostalgia, búsqueda, encuentro, regocijo y un etcétera infinito. Por eso “las necesitamos vivas” y para eso tenemos que afirmarnos antes que como hombres, como defensores de la condición humana, que con ustedes y por ustedes, se ha hecho historia, perennidad y destino.