“Los pobres de espiritu”

Luego de sus hazañas, los héroes entraban victoriosos en corceles blancos o carrozas; Jesús, en señal de humildad, entró a Jerusalén en un burro. Él siempre escoge a los pobres de espíritu (que no significa ignorancia) para que lo sirvan, por encima de los encumbrados cuyo ego no les permite aceptar que, para ver la luz divina, tenemos que apagar nuestras propias velas, como dice el proverbio finlandés. Ahora, hasta la ciencia (como lo reseñó EXPRESO) reivindica a esos nobles seres; la leche de burra es beneficiosa para los niños alérgicos a la de vaca y a la de tarro. Que Dios siga bendiciendo a estos mansos y humildes animales, menospreciados y maltratados por gente sin corazón.

Miguel Ulloa Paredes