“El mejor medio para hacer buenos a los ninos es darles felicidad”

d ecía el inolvidable dramaturgo y novelista irlandés, Oscar Wilde, que “el medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices”; y es, verdaderamente cierto, en la medida en que el sufrimiento de los chavales esté permitido, aparte de que el futuro se desmorone, también el mundo se entristece, pues no existe amor verdadero. Realmente cuesta asumir que más de sesenta y cinco millones de niños y adolescentes en todo el mundo, según datos recientes de Naciones Unidas, se hallen fuera de su país, tras huir de la pobreza, los conflictos y de fenómenos climáticos extremos; con lo que esto conlleva de dolor; no en vano, la patria es como la familia, la sentimos y la necesitamos, ¿piensen que la perdemos? Por ello, deseo elevar mi voz en favor de la protección de estos seres desamparados, cuya patria no existe. Su mirada triste, tristísima, lo dice todo. Cuesta mirarles a los ojos. Apenas sonríen. Están crecidos de lágrimas, desbordados de penas. Desde luego, sin una familia armónica tampoco se puede percibir al futuro con confianza. Por desgracia para todos, cada día son más los niños infelices, que no entienden nada de lo que les pasa, muchos son niños necesitados de cariño, con necesidad de ser arropados por una caricia o por una simple percepción de acompañamiento.

Víctor Corcoba Herrero

España