¿Cuándo hicieron la investigación de campo y cuáles son las zonas más conflictivas que detectaron?

Este estudio lo hicimos a nivel nacional en conjunto con el INEC y Senplades en 2016. Constatamos que hay zonas con peores calidad y servicio. En la Costa, por ejemplo, uno de cada cuatro barrios no cuenta con el servicio de agua potable continuo los siete días de la semana. Y un 30 % de la población se expone a consumir agua con contaminación fecal. Eso es lo que nos preocupa. Luego, hay zonas todavía más críticas, como el Oriente, donde seis de cada diez personas no cuentan con servicio de agua, saneamiento e higiene.

¿Qué verificaron en las áreas urbanas?

Ciudades grandes como Quito y Guayaquil tienen más del 80 % de cobertura, que está bastante bien, pero siempre se puede hacer más. Hay barrios marginales que aún no cuentan con un servicio óptimo. Para este tipo de territorios desarrollados, la cobertura debería ser del 100 %.

Y luego están problemas como los de Durán, en donde la falta de planificación de una obra tuvo con sed a cerca de 500.000 personas por casi tres meses...

Ese tema es una responsabilidad del Municipio. Son las autoridades las que tienen que hacer que esto funcione. Seguro el electorado les pasará factura. Debieron planificar y procurar que no haya impactos, porque lo interesante no es que se haga una obra y se pongan tuberías, grifos y llaves, sino que la calidad del agua mejore.

¿Cuáles son las repercusiones si no se halla solución al tema pronto?

Sin agua no hay nada: ni salud, ni garantías de poder estudiar plenamente. Solucionar esto es un compromiso que tiene Ecuador con sus ciudadanos. Es fundamental pensar en el agua como un derecho humano, porque está relacionado con otros derechos elementales. Es preocupante. La diarrea es la segunda causa de muerte en el país en menores de cinco años.

¿Cuál es el paso a seguir después de socializar este estudio?

Queremos llamar la atención de los gobiernos autónomos descentralizados, que son los responsables de esta competencia, para que destinen recursos y puedan así mejorar los indicadores. Existe una inversión que no se está haciendo. Estamos frente a elecciones seccionales, que son una oportunidad para abordar el problema. Ahora mismo avanzamos ya a un estudio sobre la medición de la calidad del agua, en la fuente y en el vaso.