Estamos hartos de tantos dadivosos que han hecho del poder el mayor negocio de su vida. Cuesta creer que la corrupción, la mentira y el tráfico de influencias puedan ser cubiertos por un manto de impunidad desde altas esferas del poder, que con la ideología se quiera confundir el pensamiento de la gente, que la responsabilidad y transparencia de quienes están obligados a velar por el correcto funcionamiento de la cosa pública se escondan bajo la complicidad de una Asamblea con mayoría gobiernista que impide la comparecencia de quienes están obligados a rendir cuentas a la ciudadanía.

Por mucho que quieran adoctrinarnos los del pedestal de la fama, lo innato de la personalidad de la gente forma parte de la cultura de nuestro país. Todo habrá que hacerse y rehacerse cuando los encubridores de la verdad, la corrupción y el engaño pasen a ser “seres normales” y tengan que rendir cuentas. Por muy fuertes que sean las decepciones, los honestos somos más y estamos llamados a quedarnos para enfrentar con valentía hasta encontrar la verdad y dar con los responsables de la corrupción y la violación a nuestros derechos, señalar a los culpables de tantos delitos contra la fe pública, reencontrarnos con la ética, la moral y la razón para hacer de este, un país honesto, honorable, libre y democrático como siempre lo fue.

Dr. Rodrigo Contero Peñafiel