Instrucción. En el cuartel las jóvenes aprenden aspectos básicos de la vida militar como marchar, mantener posturas, saludar, responder.

“Es dificil al principio, pero nada es imposible”

El esfuerzo físico y madrugar, lo más complicado hasta ahora para las jóvenes en el cuartel. Algunas esperan hacer vida militar.

Aún hay nervios, temor a equivocarse y deseos de seguir. Deseos de superar la primera semana, de llegar al primer mes para recibir la visita de sus familiares y de que pasen los tres meses para poder salir ‘franco’. Así transcurren los días de las primeras mujeres que se acuartelaron en Guayaquil el pasado sábado.

Veinticuatro jóvenes están en la Base Naval Norte. Lady Estrada Anchundia es una de ellas. Con 20 años de edad, su deseo es hacer una vida militar. Ya lo había intentado antes cuando postuló por un cupo para formar parte de la tropa de la Armada, pero no lo consiguió. Por eso dice que aprovechará la conscripción para conocer y afianzar su vocación.

Con la oferta de 74 cupos en Guayaquil para completar los 199 a nivel nacional, Lady Estrada no está dispuesta a perder ese espacio, aunque su corazón se estremezca y su rostro finja una sonrisa para evitar llorar cuando se habla de Jowell, su hijo de cuatro años, a quien dejó al cuidado de los abuelos (sus padres) mientras hace la conscripción.

Es el pequeño, quien nació cuando ella aún era estudiante de colegio, el que hace que extrañe su casa y al mismo tiempo le impulsa a querer quedarse hasta el final en el cuartel. “Es duro, pero me tranquiliza que está con mis padres y que este sacrificio de estar lejos de él es por un mejor futuro para ambos”, cuenta.

La vida militar es difícil, le dice a las jóvenes la teniente a cargo, Gabriela Urquizo. “Yo sé que duele, yo sé que es difícil al principio, pero no es imposible. Nada es imposible”, resalta la uniformada con una década en las filas de la Armada, mientras les da indicaciones de posturas y marcha.

Lady Oseguera Andrade lo reafirma. Tiene 21 años y esta semana ha sido la portadora del banderín, una forma de reconocimiento que se hace a quien se ha destacado en disciplina, responsabilidad, compañerismo.

La joven, tercera de cinco hermanos, se acuarteló por inspiración familiar. Tiene parientes militares y quiere seguir sus pasos. “Todo es difícil pero, como nos dice mi teniente, nada es imposible. Yo creo que a todas se nos ha hecho difícil adaptarnos a esta vida, pero poco a poco vamos mejorando cada día”, comenta.

En la conscripción femenina, al igual que la de varones, las jóvenes deben cumplir un régimen con disciplina y esfuerzo físico, explica Urquizo. Su jornada empieza a las 05:00 y esa es tal vez una de las cosas más difíciles a las que deben acostumbrarse: madrugar.

“En mi casa me levantaba a las nueve o diez de la mañana, pero ahora me toca madrugar, hacer ejercicios, trotar, marchar... ”, reflexiona Estrada.

Para Odalis Nazareno Cadena, de 20 años, es parecido. “Madrugar es difícil y cansado, pero igual hay que acostumbrarse, es un sacrificio que escogimos por un futuro mejor”, manifiesta la joven, quien antes de ingresar al cuartel trabajaba en una joyería, pues el estudio universitario se vio truncado al no aprobar las evaluaciones de la Senescyt.

En el cuartel las jóvenes han recibido instrucciones sobre cómo marchar, saludar, pedir permiso. Y la planificación incluye también temas de leyes, reglamentos, Constitución.

“Ustedes fueron las escogidas de entre un gran número de postulantes que hicieron fila por varios días por un cupo. Y ustedes lograron entrar. Afuera hay muchas jóvenes que esperan que una de ustedes salga para poder ingresar”, les recuerda Urquizo para motivarlas.