
“Si apareciera en los papeles de Panama renunciaria ”
Es la cara de la decencia en un país donde la cúpula política está en prisión o en fuga. La fiscal general de Guatemala, Thelma Aldana, de visita en Guayaquil, conversó con EXPRESO.
Es la cara de la decencia en un país donde la cúpula política está en prisión o en fuga. La fiscal general de Guatemala, Thelma Aldana, de visita en Guayaquil, conversó con EXPRESO sobre su rol protagónico en la lucha contra la corrupción por la que ahora el prefijo ‘ex’ se suma al cargo del presidente Otto Pérez Molina, su vicepresidenta Roxanna Baldetti y el presidente del Legislativo, Luis Rabbé. Los dos primeros ya tras las rejas; el último, prófugo.
¿Qué ve usted cuando se mira al espejo?
Veo mucha responsabilidad. Una mujer que cumplió con su trabajo. Y nada más.
Llámese Sergio Moro de Brasil, Alberto Nissman de Argentina o Thelma Aldana, cuando la justicia latinoamericana enfrenta al poder, termina en titulares. ¿Qué lectura le deja eso?
Que parece que no todos hacemos nuestro trabajo. Que no deberíamos ser titulares si todos hiciéramos lo que nos corresponde. Mi función es investigar y llevar a los tribunales a quien sea.
¿Un fiscal general es un jurista o un político?
La parte técnica uno la lleva bien, mejor. En qué momento lo pasan a uno a la parte política, pues no es decisión de uno. Yo sería feliz estando encerrada en mi oficina, pero me han sacado de allí y debo dar entrevistas e informar.
¿Eso ayuda o entorpece?
Creo que es bueno. Porque soy funcionaria. Y si un periodista quiere estar en mi casa y ver qué hago, tiene que tener acceso. Me ha pasado. Porque la prensa es un instrumento de transparencia y de control. Yo sí le doy información a la prensa porque es mi obligación legal y moral.
Eso suena tan raro en Ecuador.
Sí...
¿Una ley de comunicación le parece conveniente para la lucha contra la corrupción?
No. Lo positivo son las leyes de acceso a la información pública. La ciudadanía debe saber qué hacen los funcionarios con el dinero que les pagan, cómo viven; todo.
¿Usted solo vive de su sueldo?
Sí, sí. No tengo empresas.
No tiene. Pero las conoce bien. Además de su fiscalización a los políticos, Aldana ha puesto contra las cuerdas a los empresarios, contrabandistas y empresas de papel. Estas últimas, a raíz de la publicación de los papeles de Panamá, por la que creó un departamento de investigación especial.
¿Cómo recibió la información de los Panama Papers?
Primero impresionada. Fue una labor donde los periodistas parecían fiscales, sin fuga de información, de país a país. Eso demuestra que el periodismo puede aportar mucho: en este caso permitió desbaratar empresas que lavan dinero.
¿Qué hubiera hecho si su nombre aparecía en esa lista? ¿Se sentiría capaz de investigar?
Nooooo (largo y pronunciado). Yo me tendría que separar. De hecho, debería renunciar a mi cargo. Inmediatamente.
En Ecuador el fiscal general, Galo Chiriboga, no lo ha hecho. A pesar de estar en la lista y de que oficialistas y opositores le han pedido un paso al costado.
Es una cuestión de conciencia. Sin lugar a dudas. En todo caso, debería permitir una investigación. Eso es lo sano, con mayor razón si es el fiscal general. La apertura de cualquier fiscal general a sus cuentas, sus propiedades y acciones es fundamental. Si va a investigar a otros, él debería dar el ejemplo y dejar que lo investiguen de forma independiente.
La independencia es casi una obsesión en el discurso de Aldana. No hay respuesta donde no asome. Es lógico: fue nombrada fiscal general por el mismísimo Otto Pérez Molina, a quien le cambió la banda presidencial por un uniforme a rayas.
¿Cómo se garantiza la independencia en un puesto tan dependiente del Ejecutivo?
Un fiscal general debe tener dos cosas claras: el deber la ingratitud con quien lo nombró y el respeto a las instituciones.
Usted llevó a las rejas a quien le tomó el juramento. ¿De alguna forma se siente como una traición?
Es una experiencia que no quisiera que nadie pasara: tristeza, pena, frustración y decepción. Pero, aunque el presidente estaba en mi juramentación, yo no juré ante él. Yo juré ante la Constitución de la República. Así que no soy traidora; soy fiel a la Constitución y a mi país.
Cuando apareció el nombre del entonces presidente, ¿qué pasó por su cabeza?
Pues mucha pena. Todavía la siento por él.
¿Existe la tentación de voltear a mirar hacia otro lado?
Sí, es una tentación. Pero la responsabilidad del puesto pesa más que nada. No se imagina cuánto.
Los seguidores de Pérez Molina no la tildan de responsable, sino de golpista.
Aquí no hay golpe blando. Aquí hay corrupción. Aquí hay delito. Yo nunca busqué al presidente en las investigaciones, su nombre apareció.
¿Qué es el golpe blando: la boya de los presidentes que se hunden?
El golpe blando es una excusa. La justificación de todo corrupto es la persecución política. ¿Cómo va a ser persecución la sentencia a un presidente que dirige una estructura criminal desde el Gobierno?
¿No quisiera usted ocupar ese puesto? No el de criminal, el de presidenta.
Para ser político en mi país se requiere dinero y un partido político: yo no tengo ninguno.
Lo que tiene son conceptos. Muy claros, en Guayaquil los explicó a modo de charla, invitada por la Cámara de Industrias, que firmó un código de ética.
“Este roba, pero hace”, “este roba, pero poco”. ¿Le suena?
Es el producto del poco amor al país. La política se encargó de volver a la sociedad tolerante contra la corrupción. En Guatemala los jóvenes están llamados a tomar los espacios que la política corrupta y obsoleta perdió.
¿Eso es producto de la aplicación de la ley?
Mire, en estos tiempos, en Guatemala, ya habría campaña para las elecciones. Ahora nadie, nadie, se atrevería a hacerlo fuera del plazo que establece la ley.
No vale eso de “hacemos campaña 365 días del año” si la ley solo lo permite por 45.
Exactamente. Eso sucedía porque no pasaba nada. Ahora los políticos tienen la certeza de que el Ministerio Público va a proceder.
Qué dicha la de Guatemala.
(Ríe).
No todo ha sido risas. Aldana fue acusada de “títere de Estados Unidos”, fue amenazada de muerte, fue sometida a persecución gubernamental con vigilancia fuera de su casa. Pero nunca sacó a su familia del país, ni pidió protección adicional, ni dejó de buscar el juicio.
En Ecuador hay opositores que evitan hablar de corrupción porque dicen perder votos.
Es que la población debe tomar conciencia de cómo le afecta. En nuestros países hay desnutrición infantil no por falta de recursos, sino por la corrupción. En Guatemala se estimó la corrupción del 2015 en 500 millones de dólares. Y mientras en los hospitales no hay medicinas el presidente y la vicepresidenta se compraban helicópteros. La corrupción no se puede ocultar para siempre.
Estamos en época electoral: ¿cómo identificar a un Gobierno corrupto?
Por lo general son gobiernos totalitarios, que centralizan el poder. Y el Gobierno que no habla de corrupción algo oculta.
Este país tiene 10 años sin hablar del tema.
Pues algo estará pasando allí abajo. (Mira bajo la mesa).
¿Eso cree?
Estoy segura.