Todas las aceras y bordillos del parque  y la contigua cancha de béisbol están deteriorados, al igual que muchas aceras de la urbanización.

En la Kennedy lo unico que no progresa son sus calles

La Kennedy nació en los sesenta como ciudadela Abdón Calderón, con dos manzanas cerca de la intersección de la av. Kennedy y la Francisco Boloña.

La ciudadela Kennedy goza de una privilegiada ubicación y cierta tranquilidad, que la hacen crecer a gran ritmo en cuanto a infraestructura, servicios y un estilo de vida moderno. Lo curioso es que este mismo barrio residencial lleno de hoteles, clínicas y grandes centros comerciales tiene al mismo tiempo sus calles y aceras en pésimo estado.

Casi no hay calle o avenida que se salve de los baches, cajas de alcantarillas sin tapas y gran deterioro del pavimento de las aceras. Una esquina que reúne todos estos males es la de las calles Octava Oeste y Francisco Arízaga Luque. Otro ejemplo es el cruce de la misma Arízaga Luque y Segundo callejón 11 A, atrás de la Clínica Kennedy.

Alrededor del parque de la llamada Kennedy Vieja todas las aceras y bordillos “dan pena”, según los moradores, quienes son víctimas de los problemas de movilidad.

“Ya me he caído cuatro veces caminando por estas aceras”, afirma Cecilia Morán de Sierra, una jubilada de 77 años quien llegó a vivir al barrio hace tres años. Ella fue una traductora simultánea quien, tras haber vivido en Londres, regresó a Guayaquil. Pero dice que le ha costado adaptarse a vivir acá por el problema anotado y por el desordenado tránsito vehicular.

Lorella Zambrano, otra residente, testimonia que su madre, de avanzada edad, también se cayó y se fracturó la cabeza hace un año, al caminar por el barrio. “Pese a que iba cogida de mi brazo mi madre perdió el equilibrio en un hueco y cayó, por lo que tuvo que ser operada”, dijo la joven mujer.

Zambrano y sus vecinos consideran que para las personas con discapacidad transitar por la Kennedy es imposible.

Desde hace más de un mes la urbanización está sufriendo también por gran cantidad de ruido, polvo y molestias de tránsito, causados por la instalación de grandes ductos de alcantarillado fluvial, a cargo de la empresa Interagua.

“De poco sirve limpiar el polvo si al otro día la casa está igual de sucia”, lamenta Pedro Díaz, quien habita por 45 años en la calle Primera, una de las afectadas por los trabajos.

Quienes habitan en la calle Francisco Urbina Jado (antes Tercera Oeste), deploran que esta sea una vía que soporta gran circulación vehicular. “Hay demasiado tráfico”, exclama Xavier Mórtola, uno de los primeros moradores de la Kennedy.

Pero como la súper transitada avenida San Jorge no hay dos. Esta soporta incluso el paso de gran cantidad de buses, de varias líneas, algo que vive incomodando a los residentes.

La tranquilidad se pierde a medida que progresan las ciudades, pero en la Kennedy hasta la bulla que hacían en sus inicios (a finales de los sesenta), las carretillas de verduras, carbón y afiladores de cuchillos sigue presente hoy.

Los vendedores ambulantes no tienen control en esta zona que, a diferencia de otros barrios residenciales no tiene ninguna de sus calles y callejones bloqueados con rejas o grandes obstáculos y, por tanto, no hay ninguna restricción para los vehículos y visitantes.

Sin un consejo o comité barrial que la represente, esta urbanización tolera estoicamente el abandono en materia vial, los problemas de tráfico vehicular y la presencia de mercachifles.

¿Por qué no se organizan para buscar mejoras? Les pregunta EXPRESO a algunos residentes. “Aquí la costumbre ha sido hablar nomás con el vecino de al lado”, dice uno de ellos y se encoge de hombros.