Julio Cesar, paladin y martir de la democracia

Los ecuatorianos honestos nos encontramos profundamente consternados ante la irreparable pérdida de uno de los compatriotas más ilustres, probos y decentes que ha parido la patria. Un ser humano que durante décadas ha servido al país sin ambiciones, compromisos ni subterfugios; un maestro que a lo largo de su fructífera existencia solo supo dar a sus pupilos lecciones de ética, honestidad y valores; un valiente que en el transcurso de sus últimos años se dedicó, con ahínco, a investigar los hurtos, la incompetencia, las componendas y los evidentes actos de corrupción de la mal llamada “década ganada”, actos deplorables que siempre condenó, defendiendo con valentía y ardor los bienes del pueblo que lo vio nacer y al que amó entrañablemente. En fin, un líder como pocos, cuya lapidaria frase retumbará por siempre en la mente y el corazón de sus viles detractores: “Me llamarán viejo pero no podrán llamarme ladrón”. Paz en la tumba de este paladín y mártir de la democracia, dotado de imponderable sencillez, probidad e inteligencia. Descanse en la paz del Señor, compañero Julio César Trujillo.

Fabiola Carrera Alemán