Juez
Personaje. Jessy Monroy avanza con otros proyectos, dentro de los cuales figura un libro con anécdotas y discursos, dedicado a quien sería su mentor: Carlos Julio Arosemena.VALENTINA ENCALADA

Jessy Monroy, un juez de colección

Desde sus 8 años, Jessy Monroy Castillo inició una recolección de objetos de todo tipo.

Planchas de carbón, soldados de armadura, cañones de bronce, aviones de la Segunda Guerra Mundial, espadas y sables, superhéroes, revistas, libros. La lista no tiene fin y la variedad tampoco, de la colección que atesora Jessy Marcelo Monroy Castillo, juez provincial de la Sala de Familia, Mujer, Niñez y Adolescente de la Corte de Justicia del Guayas. 

Una afición que inició cuando apenas tenía 8 años, con soldaditos de plomo, y que ahora la acopla a su otra pasión:la Jurisprudencia.

Una oficina situada en el quinto piso de un edificio céntrico de Guayaquil acapara no solo las colecciones del magistrado, sino la historia de dos conocidos juristas ecuatorianos: el excanciller Antonio Parra Gil y el fallecido presidente Carlos Julio Arosemena Monroy, su tío. 

Desde 1998 al 2002, Monroy trabajó en el estudio jurídico de su pariente. En esa época conoció al excanciller, yerno de Arosemena. “Venía casi todos los días a esta oficina, así se fue forjando una amistad, hasta que hace un año y medio el doctor Parra me la ofreció en venta”. 

De los innumerables recuerdos que colecciona, los que más atesora son cuatro cañones (en miniatura) que datan de los años 60 y que eran de propiedad del expresidente de la República.

“Con el doctor Arosemena compartimos una vocación:él quería ser militar, pero la única que apoyaba su sueño era su abuela materna, doña Rosario Garaycoa. Cuando ella murió ya no lo dejaron seguir con su pasión. Yo también quise ser militar, pero en mi casa no querían curas ni militares. Mi sueño era ser piloto de guerra”. Su inclinación quedó plasmada en un reconocimiento que le entregó la Fuerza de Resistencia del Ejército, por la valentía que demostró al formar un batallón universitario, para defender a la ciudad, en tiempos de guerra con Perú. 

Anécdotas que revive en aquel “rincón”, donde deja salir también ese amor por las leyes. Confiesa que está satisfecho con lo que logró en el libre ejercicio, y los 18 años que lleva en la Función Judicial. 

Su último orgullo es ser el autor del Himno a la Corte Provincial de Justicia del Guayas, aprobado el pasado 15 de agosto por el Pleno del Consejo de la Judicatura.

Una iniciativa que surgió de un momento a otro, con el suspendido presidente Gabriel Manzur, a quien en algunas ocasiones le advirtió que la entidad no tenía himno. La Marsellesa (himno de Francia) fue su inspiración para la creación local. “Ya fue socializado con todos los funcionarios de la provincia del Guayas. Tenemos la letra, pero nos falta la melodía, lo que hay que cotizar”.

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Sus tesoros.

Luego de tres cotizaciones, una persona experimentada hizo una oferta conveniente. Pero surgió otro problema: el económico. Monroy no descarta que recurran a una rifa para financiar la música del himno.

La letra surgió luego de una investigación que se hizo de las biografías de expresidentes de la Corte de Guayaquil, otro proyecto que Monroy tiene en marcha, como parte del legado que busca dejar a la posteridad; y que se convertiría en uno de los emblemas de la Función Judicial del Guayas.

Cuando se rescató las fotografías de los anteriores presidentes del también conocido Palacio de Justicia, se dio cuenta que existía una gran equivocación. “Mucha gente cree que el primer presidente de la Corte de Guayaquil fue José Mejía Lequerica, y no es así; fue José María Lequerica, un lojano...”, adelanta de su investigación.

Monroy espera que pronto puedan cantar su himno con melodía. Hasta entonces, seguirá refugiándose en ese rincón donde resalta también el reconocimiento de cuando fue cinturón negro cuarto dan, o los sables que antiguamente utilizaban los soldados del Ejército. Un personaje polifacético, cuyo historial incluye también haber sido capitán de los bomberos en el cantón Milagro, en 2006. “Yo en realidad soy judicial porque un grupo de madres propusieron mi candidatura como presidente de un Tribunal de Menores”, el antecedente que lo llevó a ocupar más de 12 años como juez de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia;y ahora, cinco como juez provincial del emblemático Palacio de Justicia de Guayaquil.