Jefferson durante la sesión de fotos en el Parque de la Madre

Jefferson Perez: “Cuando trabajo, soy insoportable”

Luego de dos décadas de su triunfo en Atlanta, EXPRESIONES compartió una tarde con Jefferson Pérez, una de las mayores glorias deportivas del país.

Han pasado 20 años desde que Jefferson Pérez ganó los 20 kilómetros marcha en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Con ese triunfo, Ecuador obtuvo la primera medalla en su historia. Para rememorar el suceso y descubrir otras facetas, EXPRESIONES se citó con el deportista en el Parque de La Madre, de Cuenca, donde está colocado uno de los dos monumentos que se han hecho en su honor (el otro está en Quito). Jefferson posa para nuestro lente mientras varios curiosos se detienen a saludarlo. Niños, adolescentes y adultos le piden autógrafos y el selfie de rigor.

El marchista accede de buena gana, pero terminada la sesión nos dirigimos a una dulcería cercana para conversar con tranquilidad, lejos del público que ve en él a aquel jovencito de origen humilde que conquistó su sueño y alcanzó la victoria. Le pedimos una taza de café bien caliente para aplacar el frío de aquella mañana, su mirada se detiene en la efigie por una razón. “Cuando recuerdo lo de Atlanta me siento feliz porque se rompió un paradigma, veo a mis sobrinos nacer y les digo que nacieron en un país de campeones olímpicos, pero también me siento frustrado porque Ecuador posee las condiciones geográficas y cuenta con factor humano pero no se han obtenido más medallas”.

Sin embargo, explica, se ha avanzado mucho en el tema y el país tiene campeones mundiales en diferentes deportes, antes solo había uno. “Si la medalla olímpica la hubiésemos tenido hoy, la ciudadanía, la prensa y nuestros competidores estarían listos para recibirla. Hace dos décadas el deportista no lo estaba mentalmente para entender que había asumido responsabilidades y un nuevo reto”.

Siempre contó con determinación, espíritu y emoción. Recuerda que años después de lo de Atlanta estaba más fuerte y mejor preparado. En 2008 en las olimpiadas de Beijing llegó al segundo puesto obteniendo una medalla de plata siendo superado por el ruso Valeri Borchin. “De aquel muchacho del 96 todavía queda la creatividad. En la oficina soy insoportable, siempre cambio lo que ya había quedado listo el día anterior. Trabajo en cinco lugares, roto mucho y saben que cuando llamo son reuniones largas, armo y desarmo porque las cosas pueden ser mejores”, comenta Jefferson, hijo de un hombre con formación militar.

Para él, los honores, los elogios, las menciones y la admiración de sus seguidores siempre están presentes, pero la mejor manera para tener los pies sobre la tierra es recordar la frase que está al pie del monumento situado en Quito: “Esta es la historia de un niño vendedor de periódicos que un día soñó con ser el mejor”. Enfatiza que no quiso que la figura llevase inscritas leyendas como “Campeón del mundo” o “Récord del mundo”. Precisamente esa efigie la visitó el año pasado con su sobrino y este le indicó que el de la estatua era más bonito que el tío Jefferson.

Tocando temas más triviales le preguntamos cómo es la vida de un hombre lejos del trabajo y los compromisos deportivos. Contesta que siempre está con hambre, y eso es un impulso para recordar que siempre habrá carencias de cualquier tipo que habrá que llenar. Lejos de las metáforas, sus sabores imprescindibles están concentrados en las frutas secas y tropicales. Pero al hablar de manjares, las cascaritas del chancho, los cangrejos y los camarones al ajillo y la yuca son sus platos favoritos. “No hay como nuestra comida, ninguna en el mundo es tan completa”.

Del paladar nos vamos a la música clásica e instrumental, un género que comparte por igual con los ritmos de Julio Jaramillo, Juan Fernando Velasco y Carlota Jaramillo. “Debería ilustrarme más con el heavy metal (risas). Hay que conocer más la música, recuerdo que un amigo me invitó a la ópera, llevé a mi madre y ella quedó encantada pese a que no veía, y yo le narraba lo que ocurría, todas las expresiones, fue fantástico”. Precisamente de su mamá, recoge una frase ‘A donde va la gallina, va con sus pollos’, una mujer no vidente del mercado que tenía su mesa de frutas junto a un cartón que servía de cuna. “Siempre tengo la imagen de todos mis hermanos con ella y hasta ahora. Algunos de ellos manejan ciertas empresas, discutimos y nos peleamos en la oficina pero al llegar a casa nos decimos ‘buen provecho, mi loco’, respetamos ese espacio sagrado que es la casa”.

Confiesa que no es bueno para la mayoría de cosas, por eso siempre busca apoyo y asesoría. “Siempre he sido un autodidacta y mis inquietudes las consulto para salir de la duda”.

Para quienes lo tachan de arrogante o insoportable, les dice que depende bajo qué circunstancias lo sientan así. “El día que no me critiquen es porque me habrán olvidado o seguramente me habré muerto (sonríe)”.

TRES FRASES

“No sé si soy una gloria deportiva, de lo que sí estoy consciente es que debo ser alguien más relajado y tranquilo. Soy superexplosivo, me ha tocado pedir disculpas a mucha gente”.

“Era muy bailarín de chico, de esos que hacía piruetas en el piso, pero cuando llegó Enrique Peña, el colombiano, empezó a controlarme mucho para que no haya desgaste fuera del entrenamiento y abandoné el baile porque no me ayudaba a conseguir resultados”.

“Espero que cuando tenga la fortuna de ser padre, igual que lo son mis hermanos y mis amigos, lo disfrute tanto como ellos”.

“No sé si soy una gloria deportiva, de lo que sí estoy consciente es que debo ser alguien más relajado y tranquilo. Soy superexplosivo, me ha tocado pedir disculpas a mucha gente”.

EN CORTO

* Películas: Viaje a las estrellas, Misión Imposible y La vida es bella.

* Un personaje para vivirlo: Guido Orefice, de La vida es bella.

* Su frase: “Todo depende con el prisma que veas la vida”.

* Un momento incómodo: Cuando no lo dejan disfrutar de la comida en un restaurante.

* Consciente de: “Que la vida ha sido muy generosa conmigo, la gente muy amable y que debo agradecer las críticas”.

PARA RECORDAR

Jefferson Leonardo Pérez Quezada nació en Cuenca el 1 de julio de 1974.

Campeón Mundial de Marcha atlética 20 km en 2003, 2005 y 2007. Medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y medalla de plata en Beijing 2008. Es el único ecuatoriano en ganar medallas de oro en los Juegos Olímpicos.