Que las intolerancias no le amarguen la vida

Que las intolerancias no le amarguen la vida

Mediante un taller se incitó a los guayaquileños a combatirlas y a comer sano.

Se dice que la leche es necesaria para el crecimiento de un niño. Pero, ¿qué ocurre cuando el infante (o el adulto) no tolera la lactosa?

MariaFer Florido, coach de salud integral que el pasado jueves dictó un taller en el Panal Coworking del edificio Del Portal (en la vía Samborondón) precisamente para hablar del tema, afirmó que se debe seguir un tratamiento adecuado a base de dieta para evitar que, en este caso el niño, pierda peso, se inflame, tenga gases, decaiga o llore.

En Guayaquil (e incluso en Ecuador) se desconoce la cifra del número de personas que pasa por un problema similar. Lo que se sabe es que a nivel mundial, el 70 % de la población -entre grandes y chicos- es intolerante, además de los lácteos, a un sinfín de productos como el gluten, el azúcar, los huevos, la soja y los mariscos (los más comunes). Su cuerpo no los asimila bien, eso les provoca molestias cada que los consume. Sin embargo, la mayoría lo desconoce.

Es el caso de la guayaquileña Carolina Avelino (29) quien, casi a diario y siempre luego de comer, se siente cansada, inflamada, amargada, de mal humor y hasta con migraña. Los médicos le han dicho que tiene una intolerancia. ¿A qué? Aún no lo sabe. Pasa lo mismo, a decir de Florido, en decenas de hogares de la ciudad, que no tienen conciencia aún de los efectos que ciertos productos pueden causarle al cuerpo.

¿Qué hacer? Detectarla lo más pronto posible, dijo. ¿Cómo? A través de exámenes de sangre, de ADN capilar -en el que mediante el análisis de 4 cabellos se puede saber si uno es sensible a 300 alimentos y 300 no alimentos) o mediante dietas de eliminación que tienen poco -o nada- que ver con la pérdida de peso.

“Y es que estas, que se deben realizar por 23 días, tienen como meta principal quitar por completo de su organismo los anticuerpos causados por los comestibles”. El proceso es sencillo. Se deja de ingerir los alimentos que son más propensos a causar intolerancias y, si hay mejora en la salud se elabora un plan nutricional permanente y variado en base a ello. Pero si estos (azúcar, gluten, lactosa...) no causan reacción alguna, entonces se pasa a los siguientes posibles culpables que podrían estar causando los síntomas (ver cuadro).

La clave para recuperar la salud, al menos en este campo, está en planificar una lista de compras de nutrientes alternativos y adecuados, según cada ‘paciente’. “A unos les hace daño el choclo y a otros la sandía. Con las intolerancias no se generaliza. Todos somos un mundo distinto y necesitamos un tratamiento individualizado”, concluyó.

En sí, un régimen que excluya a nuestros ‘enemigos’, ya que con ese simple cambio “podemos evitar un sinfín de males gastrointestinales, dermatológicos (picores, psoriasis), neurológicos (vértigos, mareos, migrañas), respiratorios (asma, rinitis) e incluso sobrepeso que puede acabar en obesidad”. La decisión la toma usted.

Florido -entrenadora, ecologista y empresaria- es guayaquileña pero vive actualmente en Miami. Talleres como estos, en los que invita a la población a cambiar (y mejorar) su estilo de vida, los alterna entre Ecuador y EE. UU., desde el año pasado.