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Instantáneas coronavíricas: El día en que Rafael Correa (por una vez) no abrió la boca

La presentación de la coalición electoral del correísmo fue un estrepitoso fracaso. Acusan al Gobierno de boicot, pero el problema fue de inoperancia

Lanzamiento de UNES
Ridículo. Perdido en el Zoom, Correa eligió no hablar. De haberlo hecho, no se le habría escuchado nada.EXPRESO

En tiempos de sabatinas, solía Rafael Correa estallar en furia ante pequeños errores de producción: un video que no estaba listo, un micrófono que no funcionaba eran suficientes para que corriera sangre. Había que tener el complejo de alfombra de un Alejandro Álvarez (el “director de informes gubernamentales” convertido hoy en troll a escala continental) para soportar el maltrato público que le infligía Correa. Este, simplemente, no admitía fallas. Por eso, lo de este miércoles debió producirle un colapso nervioso.

UNES (32041269)

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Largamente se había preparado Correa para el lanzamiento de la Unión por la Esperanza (UNES), el chiringuito que se inventó para las elecciones. Lo había anunciado como el acontecimiento del año, como el punto de inflexión para la recuperación de la patria. Y, cuando llegó el momento, todo salió mal. Inoperantes hasta lo inaudito, los productores no fueron capaces de poner a funcionar un micrófono siquiera. En tres ocasiones pararon todo para empezar de nuevo y nunca solucionaron las fallas técnicas. Hasta que decidieron seguir adelante de cualquier manera. El resultado no fue un desastre: fue una sucesión de desastres de hora y media de duración. A tanto llegó la cosa que Correa no habló. Él. No habló. Desapareció en el Zoom como un invitado cualquiera. Anótese la fecha: 8 de julio de 2020, el día en que Correa no abrió la boca.

Por supuesto, los correístas reaccionaron acusando al Gobierno de boicot, de lanzar un ataque cibernético para detener su transmisión. Pero detener su transmisión habría sido hacerles un favor. Su desgracia fue que la transmisión siguió adelante, siguió y siguió sin que ninguno de los poco más de 1.500 conectados a la página de Facebook de la UNES pudiera oír nada. Habló el embajador Horacio Sevilla, conectado al Zoom; el abogado Eduardo Franco, presente en la sala; el dirigente indígena José Agualsaca; Enrique Menoscal, del partido de Jimmy Jairala… Hablaron todos los miembros fundadores del chiringuito sin que se les pudiera oír media palabra. En la columna de comentarios en tiempo real la gente se desgañitaba: “Audio”, “¡Audio!”, “¡¡¡Audiooo!!!”... “Todos deben hablar desde el micrófono de la moderadora, URGENTE”, escribió uno. Porque a la moderadora (y solo a ella) sí se le escuchaba. Así quedaba claro para todos que no era boicot, era torpeza.

“Queremos dejar precedente de los ataques”, dijo la moderadora. La palabra “precedente” le sonó adecuada y se acomodó perfectamente a la conocida cantaleta meliflua patentada por Gabriela Rivadeneira y convertida en estilo oficial que durante años imitaron todas las militantas correístas de sexo femenino. “Esto no nos va a parar, porque somos semiiilla”, remató alargando la vocal de la penúltima sílaba al tiempo que elevaba la tonalidad en una octava.

Fue esta misma moderadora la encargada de leer el predecible manifiesto, en realidad un lamento de simplísima narrativa. A saber: érase un país altivo y soberano que “asombraba al mundo”, un país con carreteras donde “había una lucha sincera por la transparencia, sin corruptelas institucionalizadas ni justicia selectiva”. Hoy, en manos de los traidores, ese país “vive tiempos de tristeza y de tragedia”. Pero “renacerá la patria”. “Seremos de nuevo la capital de Sudamérica”. “Volveremos”. Amén.

Firmaron este “manifiesto fundacional” los representantes de las ocho organizaciones sociales adherentes a la coalición. Eso de organizaciones sociales es un decir. Se trata de grupos reducidísimos y hasta la víspera desconocidos, algunos de los cuales dan la impresión de haberse constituido para que las personas invitadas a tomar la palabra en la ceremonia pudieran hacerlo a nombre de alguien. O de algo. Por ejemplo, el Frente Patriótico Nacional (FPN), de Horacio Sevilla, y la Coalición Nacional por la Patria (CNP), de Eduardo Franco Loor, suenan intercambiables. Y lo son. Si se le pregunta al dios Google, las únicas referencias que se encuentran de ambos grupos provienen de Confirmado.net, un medio correísta. Ahí nos enteramos de que el FPN fue fundado por Sevilla el 1 de mayo de 2020 con la prioridad de “combatir el coronavirus de forma técnica”. El CNP de Franco Loor, en cambio, hizo su debut en sociedad el 29 de noviembre de 2019 y fue saludado por Horacio Sevilla, a nombre del FPN, que ¡todavía no existía!

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Había mucha expectativa con respecto a una cierta Confederación de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Ecuador incluida en la lista de adherentes, pues ese nombre (salvo por la palabra “pueblos”) pertenece a la Conaie. Incluso hubo un desmentido la víspera: “Rechazamos este intento de confundir a la ciudadanía”, protestó la dirigencia de la Conaie. A la hora de las presentaciones, la moderadora dijo: “Confederación de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Ecuador (FEI)”. Sorprendente. Algo así como decir “Asociación de Gobiernos Parroquiales de Imbabura (ONU)”. Y sí, la histórica Federación Ecuatoriana de Indios, fundada por Dolores Cacuango en los años cuarenta, coptada por el gobierno de Correa cuando no era más que una cáscara vacía, ha decidido ahora llamarse como la Conaie. Alegremente.

En realidad, del chiringuito solo dos integrantes cuentan: Fuerza Compromiso Social, de Iván Espinel, y Centro Democrático, de Jimmy Jairala. Con el primero a punto de desaparecer, el segundo pinta como el próximo refugio posible de los correístas para participar en las elecciones. Algo se dijo al respecto durante la ceremonia. Pero, como todo lo demás, no se oyó.