El homenaje a Enrique Ayala

una gran cantidad de ecuatorianos estuvo presente en el homenaje que se rindió a Enrique Ayala, ampliamente merecido desde luego, pero que fue una especie de unión de los sectores opositores al Gobierno, con la presencia de expresidentes, legisladores, líderes sindicales y dirigentes políticos que expresaron, con su presencia, el repudio a la conducción sectaria y autoritaria del actual régimen. Esto demostró que la unidad opositora es posible cuando no se tienen en la mente aspiraciones personalistas y se busca la agrupación de fuerzas para presentar un frente unido que haga posible una victoria electoral, factible porque una mayoría de ecuatorianos se halla inconforme con el actual estado de cosas, en que una oligarquía política, conformada por cuarenta ciudadanos, oprime a la República. Los cuarenta ejercen funciones ministeriales en un régimen que se llama impropiamente revolución ciudadana, cuando lo adecuado sería que se llamara caudillismo sectario, en el que se endiosa a un ciudadano que no es, ni mucho menos, un enviado del cielo y que pretende convertirse en un nuevo dios que tiene, sin embargo, los pies de barro. Ha manejado centenares de millones -empleándolos en obras faraónicas que están a medio hacer- que antes, en ningún lapso de la historia republicana, ningún gobierno tuvo a su disposición. Y confronta actualmente una crisis que envuelve a los ecuatorianos de todos los niveles y que se niega a reconocer porque el régimen no puede dejar de suponer que su conductor es el más grande de todos los gobernantes que ha tenido el Ecuador, incluidos en ese grupo, desde luego, gobernantes como Veintimilla y los dictadores que usurparon el poder mediante los golpes de cuartel.

Si el homenaje a Enrique Ayala se convirtiera en una nueva y moderna Alianza Democrática Ecuatoriana, como ocurrió en el año 44 del siglo pasado, en que también gobernaba al Ecuador un déspota orgulloso, ese homenaje no sería solo la exaltación merecida de un distinguido ciudadano, sino la conformación de un frente unitario del que solo estarían excluidos quienes mantienen una postulación presidencial, sin más destino que hacerle el juego a los intereses soterrados de un régimen que ya lleva una década en el ejercicio del poder y que confronta una situación de grave riesgo económico y social.

Cierto es que en la conformación de la ADE se contó con un precandidato de excepcionales cualidades del que hoy, lamentablemente, no se dispone. Pero de la unidad de las fuerzas de oposición saldría un postulante que, honesto, inteligente y patriota, encabezaría, sin mediatizaciones, la rotunda postura de una mayoría de ciudadanos que, como se ha demostrado en el homenaje a Enrique Ayala, tienen un pensamiento común: la restauración democrática en el Ecuador.

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