Hernan Salgado

Luego de una década de oscurantismo y latrocinios, empieza un destello de luz que con razón y méritos pretende iluminar el terreno de la justicia, expulsando de ella a mediocres y mercaderes que la empañaron sin piedad.

Hernán, con su presencia, honró las bancas del colegio San José, donde luego se distinguiría cual maestro lleno de versación y cualidades docentes. Sin embargo, ávido de conocimientos viajó a París para graduarse de PhD en Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona, retornando luego para dictar las cátedras de Introducción al Derecho y Derecho Constitucional en la PUCE, en donde con caracteres de fuego grabó el sello de su personalidad, recordándoselo como el maestro de memoria prodigiosa y que cual volcán incandescente lanzaba llamaradas de profundos conocimientos y extraordinarios consejos.

Por sus méritos fue presidente y juez de la Corte Interamericana de la Corte de Derechos Humanos en San José - Costa Rica, de 1992 al 2003, donde entre otras causas hizo frente de manera decidida al gobierno de Alberto Fujimori, que amenazaba con hacer salir de la competencia de la Corte a la Convención de DD. HH. De retorno al Ecuador fue magistrado de la última Corte Suprema de Justicia, a la cual renunció dando muestras de dignidad y honor.

Su calidad humana y hombría de bien lo convirtieron en un guía y mentor de los jóvenes, muchas veces perdidos en sus desvaríos juveniles, a los cuales con éxito reintegró al redil de la seriedad, solvencia, honestidad y respeto a los valores clásicos del buen ser y del buen vivir.

Hoy, en la Corte Constitucional, enfrenta la dura tarea de reordenar la justicia ecuatoriana, haciendo trabajar intensamente a sus integrantes, que en el pasado miraron con indiferencia sus deberes y obligaciones, hasta el punto de que existen cientos de procesos represados, muchos de los cuales deberán ser juzgados, bajo el amparo de la Constitución de 1998.

La tarea es dura y extensa, pero sus arrestos, formación académica, conocimientos, energía, tesón y ansias de servir a la colectividad, lo harán salir triunfante.

Y sigo andando...