Como hacienda o chacra

Desde que tengo uso de razón, ya hace más de cincuenta años, los “líderes socialistas” a los países latinoamericanos nos calificaron como “el patio trasero del imperio capitalista”. Lo curioso de aquello es que al cabo de algunos años, en ciertos casos en vida y en otros después de fallecidos, dichos mal llamados líderes, que no son más que caudillos timadores, se descubre que vivían cual millonarios, rodeados de lujos, con grandes fortunas amasadas gracias a la sustracción de recursos públicos, desviándolos a cuentas ‘offshore’ en paraísos fiscales, esos que tanto critican pero que tanto utilizan. Los ejemplos son muchos en la historia reciente: los hermanos Castro, Chávez y Maduro, los Kirchner, y en Ecuador, los socialistas de la revolución ciudadana. Muchos de ellos dejan de vivir en el patio trasero, para comprar, curarse y refugiarse en el “imperio”.

Estos socialistas latinoamericanos resultaron ser grandes charlatanes, que hablando al pueblo de igualdad, equidad y progreso, se lo llevaron todo, dejando a ese pueblo sumergido en la miseria y el atraso. Lo hicieron gracias a haber convertido a los procesos electorales en verdaderos remates por el poder, donde en algunos casos la posibilidad de ser candidato se adjudica al mejor postor, porque lo importante es que la campaña sea financiada. Y, como de un negocio se trata, el que invierte para un cargo público procura sacar los mayores réditos; no se trata de servicio, se trata de negociados.

Mientras en tiempo de elecciones, sean nacionales o seccionales, los votantes sigamos escogiendo a un patrón o gamonal, que invita a “chupas y bailes” gratuitos, continuaremos siendo tratados a fuete o con la punta del pie, si no seguimos sus caprichos. Estamos a puertas de un nuevo período electoral seccional, rompamos la mala costumbre de escoger al más divertido o generoso; escojamos modelos de gestión, capacidad y honestidad, caso contrario seguiremos siendo la chacra o la hacienda de los populistas hambreadores, los peones de a quien designamos dueños, o peones de la chacra o la hacienda, según sea el caso.