Guayaquil y la libertad

La historia veraz es la maestra de la vida, desconocerla es ser inconsecuentes con nuestro pasado. Es imperativo recordar la gesta independentista del 9 de Octubre de 1820. Su trascendencia sembró de espíritu libertario la geografía nacional y posibilitó que el Ecuador, en esa época parte de la Gran Colombia, se libere del coloniaje español el 24 de Mayo de 1822.

Guayaquil ha enriquecido la historia del país. Sede de la Revolución civilista de 1845, consolidó la revolución de Alfaro el 5 de Junio de 1895, escenario de la Revolución de Mayo de 1944. Distinguidos historiadores han rescatado sus tradiciones y recorrido cronológico. Ha dado ilustres ciudadanos; ciudad grata que sabe apreciar las virtudes humanas, ha perpetuado sus nombres en calles y monumentos. A manera de ejemplo, es la cuna del primer presidente ecuatoriano, Vicente Rocafuerte; de Leopoldo Benites, primer latinoamericano elegido presidente de la Asamblea General del más alto organismo a nivel mundial, Naciones Unidas. En sus barriadas ha vibrado el alma genuinamente popular en la inigualable voz de Julio Jaramillo; amante de lo romántico, encendió la musa poética y literaria de afamados escritores.

Contagiada por las virtudes cívicas del principal de sus próceres, José Joaquín de Olmedo, es un crisol que une el trabajo creador del día y la alegría recreativa de la noche. Su Junta de Beneficencia es emblema de solidaridad y filantropía. Ciudad que sabe apreciar lo bello, acelera los latidos del corazón al contemplar el garbo y esbeltez de sus mujeres. Vivir en Guayaquil es sentir las pulsaciones económicas del país, saborear el verdadero sentido de retretas y serenatas, engolosinarse con su gastronomía, disfrutar del aporte vital de su río, su estero, rememorar su astillero, admirar esa obra escultural que es su Cementerio General; es comprender que las emociones se agitan y las angustias se eclipsan si ganan Barcelona o Emelec.

Si los Reyes Católicos de España al conquistar París exclamaron: “París vale una misa”, Guayaquil, por su inquebrantable lucha por la libertad, merece la gratitud de la patria.

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