Xavier Flores Aguirre | La caída
En 1830 cada distrito de la Gran Colombia tomó su propio camino y armó su propia Constitución
El 17 de diciembre de 1819 empezó, en Angostura, el largo camino para la forja de un Estado gigante de dos millones y medio de kilómetros cuadrados, con salida a dos océanos y riquezas sin cuento, de nombre República de Colombia (apodada “la Gran”). Aquel día, a instancias del presidente Simón Bolívar, el Congreso reunido en Angostura decidió crear por una ley la República de Colombia. Su artículo primero decía: “Las Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedan desde este día reunidas en una sola bajo el título glorioso de República de Colombia”.
Se quería una Constitución para esta República de Colombia: entre mayo y octubre de 1821 se reunieron en la Villa del Rosario de Cúcuta 57 representantes de Venezuela y la Nueva Granada para su aprobación (sin figurar entre estos representantes ningún quiteño, cuencano o guayaquileño, pese a lo cual sus territorios fueron agregados a Colombia). La Constitución de Cúcuta se aprobó el 30 de agosto y su Ejecútese lo puso el presidente Bolívar el 6 de octubre.
La República de Colombia, regida por la Constitución de Cúcuta, estaba compuesta por los distritos Norte, Centro y Sur, correspondientes a las actuales Venezuela, Colombia y Ecuador. Esta Constitución rigió hasta la dictadura de Bolívar en 1828 y se extinguió de manera definitiva en 1830.
Aquel año 1830 se trizó el sueño bolivariano, y faltando catorce días para acabarse el año, se murió el propio Bolívar. Desde 1830, cada distrito colombiano se fue por la suya.
En el Distrito del Norte (la capitanía general de Venezuela) se convocó el 13 de enero de 1830 a un Congreso Constituyente en Valencia. Su resultado fue la primera Constitución de Venezuela, en vigor desde el 24 de septiembre. Venezuela vivía un ambiente antibolivariano, al punto de que se supeditaron las conversaciones diplomáticas con Colombia a que Bolívar no se encuentre en territorio colombiano.
En el Distrito del Sur (la Audiencia de Quito, o mejor dicho, una porción de ella) se convocó el 31 de mayo a un Congreso Constituyente en Riobamba, donde era equidistante para las tres capitales de los departamentos (Ecuador, Guayaquil, Azuay) que componían el distrito.
Su resultado fue la primera Constitución del Ecuador, en vigor desde el 23 de septiembre. En el Ecuador se invitó a Bolívar a que venga a gobernar estos territorios, pero Bolívar no aceptó.
En el Distrito del Centro (el virreinato de la Nueva Granada, incluyendo una porción de la Audiencia de Quito) se realizó en 1830 un Congreso en Bogotá (convocado por Simón Bolívar el 24 de diciembre de 1828) que dictó una nueva Constitución, en vigor desde el 5 de mayo.
Así, en 1830 cada distrito de la Gran Colombia tomó su propio camino y armó su propia Constitución.
Murió el sueño bolivariano y toma sentido, entonces, la célebre frase de Simón Bolívar, escrita al final de sus días: “el que sirve una revolución, ara en el mar”.
Murió Bolívar en Colombia (cuando ya no era “La Gran”), en las cercanías de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Once años exactos después de haber empezado en Angostura, como el flamante presidente de una Colombia gigante, el recorrido de un largo camino para ver finalmente trizado su sueño y morir decepcionado.