Francisco Rosales Ramos | Reformas laborales
La legislación laboral, cuya mayor parte está cerca de cumplir un siglo, es un freno para la creación de puestos de trabajo
El número de personas con empleo adecuado en 2025 es menor a los que hubo en 2015, según señaló Julio José Prado, exministro de la Producción en el gobierno de Lasso, en una entrevista radial de días pasados.
Prado dio cifras que demostraban una disminución de más de 100.000 empleos adecuados, lo cual es terrible si se tiene en cuenta el aumento de la población económicamente activa.
Este dato implica que la economía ha crecido a un ritmo mucho menor del que Ecuador requiere para su desarrollo económico y social.
Aparte del lento crecimiento de la economía, la legislación laboral, cuya mayor parte está cerca de que cumpla un siglo, es un freno para la creación de puestos de trabajo.
El empleador, pequeño, mediano o grande, piensa múltiples veces ante de contratar una nueva persona e investiga alternativas tecnológicas para encontrar máquinas y otros equipos que operen sin la participación de un trabajador.
Es indispensable una remozada legislación compatible con las nuevas actividades económicas, nuevas formas de trabajo y el desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Pero como ‘lo perfecto es enemigo de lo bueno’, existen al menos dos ajustes que son indispensables y urgentes: uno, eliminar la jubilación patronal que constituye una carga demasiado gravosa para el empleador e incluso para sus descendientes y cuyo efecto final es que se despida a trabajadores antes de que cumplan 20 años de laborar con el mismo empleador. Y, dos: el costo desproporcionado y hasta ridículo de terminar un contrato laboral.
Si las autoridades, con tenacidad y paciencia, logran un consenso de las partes directamente involucradas en busca del bien de quienes carecen de empleo para modificar estos dos temas, se habrá dado un paso fundamental para la generación de nuevos puestos de trabajo.
Cuando las leyes se divorcian de la realidad, los ciudadanos encuentran maneras de lograr su propósito al margen de ellas. Así aparece la informalidad, que en Ecuador está llegando a límites peligrosos.