Cuantos Guayaquil hay

Toda ciudad o sociedad territorializada es la obra humana que hacen sus integrantes y por ello nunca la perciben como una. Su idea es de unidad de diversidades, originada en la matriz y contexto de quienes la piensan, imaginan, poetizan, musicalizan y racionalizan, como la propuesta por Walter Benjamin, de París y Berlín, entre 1930-1940. Y también la del Guayaquil de viajeros extranjeros, cronistas de Indias o funcionarios (como la de Zelaya, de 1774). Cada uno propone su mirada del paisaje urbano (humano y social) que nace de su cultura, cognición y pensar. Porque “la ciudad como recurso mnemónico del paseante solitario evoca algo más que su niñez y juventud, algo más que su propia historia ciudadana” (Benjamin). En ella inciden e influyen lo sociocultural, modo de vida e imaginarios. Por eso la racionalización del historiador, sociólogo, poeta, pintor, etc., son diferentes. El historiador tradicional, dogmático del tiempo lineal y la “crónica entretenida y banal”, tiene su visión. Por eso la del historiador moderno es diferente, tiene otro canon. Igual la del músico y poeta. Es más marcada cuando pasamos de las élites a los subalternos. ¿Será porque ellos viven Guayaquil “a su manera”? ¿O porque se despliegan históricamente como un producto social, nunca único y homogéneo? Esto es lo correcto, porque el “Guayaquil prehistórico” dicen que lo habitaban huancavilcas, chonos, daulis, punaes, milagros, etc. Y en la Colonia ya se registran dos Guayaquil: Ciudad Vieja y Ciudad Nueva. También la vida de la ciudad-puerto incide en esas visiones. El urdesino la ve, siente y percibe desde su hábitat. De igual modo el que vive en el Guasmo, Monte Sinaí o la Perimetral; cada uno tiene “su ciudad”. Pero asimismo, no es solo el espacio y el hábitat. Esa visión también proviene de la cultura, sensibilidad y “diversos modos de vida” de cada uno.

Hay tantos Guayaquil como nos atrevamos a vivirlos, sentirlos y experimentarlos. Y que no se diga de sus imaginarios. Esto se debe a que la ciudad siempre es y se hace como un ser urbano socializado y humano, que se hace y deshace en esa unidad de diversidades que nunca termina. Por eso está en su origen, en el ayer y en el hoy; es por la pluralidad de sus modos de ser y de hacerse ciudad, vida, experiencia, memoria y relato.