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Al mediodía de ayer se conoció del cierre de los malecones 2000 y del Salado.Christian Vásconez

Coronavirus: Guayaquil también se blinda

Malecones, parques lineales y lugares de recreación, cerrados por la emergencia sanitaria del covid-19. Santay sí atendió al público.

El del pasado 13 de marzo fue un viernes no viernes. Un fin de semana laboral que, como pocos, Guayaquil sintió vacío, silencioso y tenso, con bares y discotecas que no abrieron y gente que prefirió no salir o aguantarse las ganas de un estornudo, por temor a ser identificada como posible contagiada del COVID-19, esa pesadilla en la que está envuelta la ciudad desde el pasado 29 de febrero, cuando se conoció el primer contagio en el país.

La noche cayó con un operativo en los centros de distracción nocturna, que la Intendencia llevó a cabo para hacer respetar la disposición estatal.

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Pese a la insistencia no concedida de atender con poca clientela, hubo propietarios obedientes, aunque otros amagaron con venta de comida hasta las 23:00. Aun así, cuando la madrugada asomaba a los relojes, Guayaquil se había convertido en una ciudad fantasma, que arrastró con su soledad los ingresos de al menos 400 locales, que solo este fin de semana perderían un millón de dólares por acogerse a la medida.

El sábado

El panorama no fue más alentador al amanecer de ayer. Al mediodía de un fin de semana cualquiera es normal ver las zonas de esparcimiento llenas de familias, niños gritando, ciclistas, vendedores ambulantes... Ese Guayaquil común se escondió dentro de sus casas por miedo al virus.

A cambio, una estampa casi apocalíptica: el Malecón 2000 sin más almas que algunos trabajadores de limpieza, empleados administrativos, ‘guachimanes’ y unos cuantos transeúntes que almorzaban la noticia del cierre de la noria y los juegos infantiles.

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Media hora después, toda la ciudad supo que la alcaldesa Cynthia Viteri cambió su opinión inicial de solo prohibir los actos públicos y, ahora sí, cerraba todo: los malecones, parques lineales de las avenidas Barcelona, 29 y Oriente, Kennedy y Carlos Julio Arosemena.

Aquello incluye también las salas de teatro de La Bota, Guayarte, Cinema Malecón y todos los negocios que funcionan dentro del circuito. La noche de ayer fue, quizás, una de las más silenciosas y oscuras que ha tenido Guayaquil, a propósito de esta decisión.

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Juegos mecánicos del malecón, cerrados, igual que piscinas, escuelas, teatros y demás.Blanca Moncada / EXPRESO

Las decisiones

Consultada por EXPRESO sobre este tema, la alcaldesa explicó que, para prevenir, es mejor que no haya ninguna persona en lugares públicos, porque es difícil controlar la afluencia en estos sitios.

“En Italia, los jóvenes que estaban seguros de que para ellos la enfermedad no era mortal, no tomaron las medidas de precaución y por eso contagiaron a sus familiares y ancianos, y después del contagio ya no se pudo parar. Aquí hay que hacer una campaña, como en España, dirigida a los jóvenes, para que sepan la importancia de proteger a sus familias al protegerse ellos”, dijo Viteri.

Estas nuevas disposiciones se suman a las ya anunciadas el jueves pasado por el Cabildo. Además de la cancelación de actos públicos, se tomaron las siguientes medidas. Se cerraron:

  • centros gerontológicos.
  • guarderías municipales.
  • balnearios.
  • parques acuáticos. 
  • cursos vacacionales. 
  • dependencias municipales.
  • piscinas y lagunas. 
  • Centro Polifuncional Municipal de Zumar. 

La ciudad se blinda. Pero parece que no a todos les había llegado la emergencia. La jornada de ayer fue normal para las áreas nacionales de recreación. En Guayaquil, la isla Santay, Samanes, Parque Lago y otros atendieron al público, y solo hasta el final de la tarde se confirmó que desde hoy cerrarán algunos. Santay no está en la lista.

Allí, pasado el mediodía, Carmen Villamarín llegó con su esposo, Renato Muentes, a caminar, porque se habían enterado de la decisión del cierre de malecones. “Creemos que no es necesaria tanta alarma, si se han socializado tan bien las medidas de prevención. Hemos decidido respetar la distancia y mire, cargo desinfectante”, dijo la señora, de unos 50 años, mientras mostraba una botella llena de gel transparente, entre risas, como si esta emergencia sanitaria aún no hubiera llegado a la urbe, como si esos 28 casos no existieran.

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La imprudencia

Entre distendidos se juegan la ‘copa’, también, los usuarios del terminal, otro de los puntos visitados ayer por este Diario. Hay una zona de juegos de azar en donde las manos bailan sobre los botones y la suerte también se echa a la salud. Los baños, atiborrados de gente, son también un peligro al que pocos le tienen cuidado en ese centro de movilización. Al menos así lo estima la usuaria Tania Pérez. “Aquí si no salgo con coronavirus, salgo con cualquier cosa. Ni siquiera vale el dispensador de jabón”, critica.

Hay allí, sí, un lugar permanente donde abastecerse de alcohol gratis, que atiende un tipo con mascarilla, sin tanto trámite: una especie de dispensador humano que “resulta de bastante ayuda en tiempos del coronavirus”, como explica la usuaria Martha Carriel.

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Juegos de azar, en la Terminal Terrestre, sin cuidado.

Babahoyo, el punto más crítico de esta emergencia, por ser el lugar al que llegó el caso cero y donde se han confirmado diez en total, recibe ahora 20 % menos pasajeros en las ventanillas de la terminal, confirma el cajero de Flota Babahoyo (FBI), Luis Torres.

Desde la ciudadanía, la lectura es positiva. Alfredo Vera, por ejemplo, dice que le parece bien que cierren por un par de semanas. “Pero ojo, hay que pensar en los dueños de esos negocios, especialmente en las personas propietarias de bares y restaurantes que no son de cadenas grandes. Para ellos, a nivel gubernamental, debería haber disposiciones para que los bancos, al menos por un mes, no les cobren los créditos acordados, ni intereses que estos puedan generar durante el tiempo que duren estas medidas”, recomienda.

Guayaquil amanece cerrada. Aún resisten los centros comerciales y demás negocios particulares que no hayan entrado a la lista de la Intendencia. Ayer se confirmó la segunda muerte por COVID-19.