Guayaquil sin brujula

Solo cuando aquellos que dictan las políticas nacionales, regionales y locales lo hacen como resultado de una acción coordinada y de una estrategia bien delineada, las ciudades pueden explotar su potencial y desarrollarse. Guayaquil cuenta con una estructura productiva de primera, con una ubicación geográfica privilegiada, con gente trabajadora, con una gran capacidad de alojamiento y con una embellecida faz. Todas las condiciones están dadas para su despunte. Sin embargo, falta un elemento detonante: ese atractivo o punto de interés distintivo, o bien la excelencia en la prestación de un servicio específico, que la convierta en un destino insustituible en la agenda de los viajeros del mundo.

La ciudad sabe de liderazgo. A lo largo de los siglos se ha destacado en los más diversos ámbitos. Primero gracias a sus astilleros coloniales, expertos en la construcción de galeones para la Corona española. Luego fue reconocida como un gran puerto fluvial y marítimo de América del Sur. Casa adentro se convirtió en el puerto que moviliza el mayor porcentaje de la carga que sale e ingresa al país, e incluso ha llegado a ocupar el sitial de capital económica del Ecuador.

Pero las exigencias del siglo en curso dan protagonismo únicamente a aquellas ciudades que por distintos factores -actividad empresarial, capital humano, gestión política, expresión cultural, redistribución del conocimiento e información-, son capaces de influir en la sociedad globalizada.

Guayaquil debe descubrir su nueva identidad en la era millennial. Para hacerlo con acierto tiene que mirar hacia los hitos de su pasado y reencontrarse con su estirpe de pionera y de ciudad indoblegable que supera cualquier obstáculo. Pero al mismo tiempo, tiene que embarcarse de lleno en la integración tecnológica y observar su entorno actual. El de la región latinoamericana, donde descuellan ciudades como Panamá, Lima y Buenos Aires. Cada una de ellas ha encontrado su nicho de especialización, destacándose en los negocios, la gastronomía, y la cultura y el entretenimiento, respectivamente. Mucho más cerca en el mapa, Cali, en la vecina Colombia, acapara el turismo médico y también es sede de multinacionales de la cosmética. Mientras tanto, en Ecuador, Cuenca va consolidándose como destino artesanal, gastronómico y cultural. Guayaquil necesita un norte.