Guayaquil de ayer y hoy

La ciudad ha progresado en esperanza de vida, y ya no hay tantas casas de caña o madera con techos oxidados, triste espectáculo cuando un turista llegaba por avión. No hay personas que caminen sin zapatos. El aire acondicionado que mitiga el fuerte calor sobre todo en el invierno, se lo encuentra en otrora barrios marginales. Los grados de escolaridad han aumentado y así puede extenderse la lista de mejoría. Pero ha tenido un notable retroceso en liderazgo e iniciativa. Durante dos siglos no tuvo importancia en la Audiencia de Quito. A partir de 1750 en Quito, Riobamba, Ambato, Cuenca y otras ciudades de la sierra desapareció su principal actividad económica: los obrajes (textileras artesanales), y en el caso del Austro también la corteza de los árboles de quina para hacer la quinina, medicina milagrosa de aquellos años. En 1820 Guayaquil ya era el motor económico de Ecuador y siguió así hasta la mitad del siglo pasado. El ingreso por habitante del guayaquileño fue superior al del quiteño. A lo largo del siglo XIX las diferencias se mantuvieron. Al terminar el siglo XIX Guayaquil tenía 4 bancos, Quito, ninguno. Fuimos los primeros en modernidad. Las compañías más grandes del país fueron guayaquileñas. Para 1909, el total del capital de todas las empresas era 56 millones de sucres; de esta cifra Guayaquil aportó con 42 millones, es decir 75 %. En medicina estaba a la vanguardia del resto de las ciudades. Guayaquileños fueron los pensadores políticos más importantes del país: Rocafuerte, Olmedo, Antepara, Carbo. Vivero no nació en Guayaquil pero casó con guayaquileña y fue uno de los próceres.

Hoy no tiene las mejores universidades del país, ni las empresas más importantes, ni los mejores hospitales, no produce pensamiento político. Se desconoce que los guayaquileños fueron los primeros en escribir sobre el liberalismo, republicanismo y federalismo. Los libros de Rocafuerte circularon por toda Hispanoamérica. No se puede culpar al centralismo de todo el atraso, se lo convirtió en enfermedad por no haber obrado oportunamente. Hoy hay que encontrar la forma de sobresalir.