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Guamote: la segunda vuelta en el espejo

El encuentro hostil entre Guillermo Lasso y Delfín Quishpe es un resumen de lo que ha sido, en esencia, esta campaña electoral.

Delfín Quishpe, alcalde de Guamote, impide el paso al candidato Guillermo Lasso, 2 abr. 21
Arenga. Mientras bloquea la carretera para impedir el paso de Guillermo Lasso, el alcalde despotrica contra los “monos” y “malditos” que tanto odia.Cortesía

Una gira exitosa por territorio supuestamente hostil; una candidatura que dice estar segura de su victoria pero le cae a pedradas a la otra; un alcalde acusado de corrupción que pasa del bramido al quejido y termina recibiendo solidaridades insospechadas (pero perfectamente coherentes) desde Bélgica; una versión alternativa de los hechos que la candidatura especializada en producir versiones alternativas de los hechos se dedica a repetir a varias voces… En el episodio del viernes en el cantón Guamote, provincia de Chimborazo, cabe casi toda la segunda vuelta.

Que Guillermo Lasso fuera tan bien recibido en su recorrido por cantones y parroquias rurales de la Sierra central, en la franja de mayoritaria población indígena comprendida entre Bolívar y Chimborazo, demuestra que el voto nulo prescrito por la cúpula del movimiento Pachakutik no es transferible ni siquiera entre sus bases duras. Que el alcalde de Guamote, Delfín Quishpe, apareciera encabezando una manifestación a favor de la candidatura correísta, lo corrobora. Quishpe, conocido por sus videos musicales de los que todo el mundo se ríe a su pesar, está involucrado en un sucio caso de tráfico de influencias y sobreprecios en la compra de insumos médicos durante la pandemia, condición que lo hace afín al partido de los prófugos. También el alcalde de Quito, Jorge Yunda, que se encuentra en similar predicamento, busca apoyo y probable impunidad en esa tienda.

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En el video menos difundido de esta historia se observa un grupo de vehículos bloqueando una carretera en medio de una pequeña manifestación de indígenas con carteles y banderas correístas. Se escucha la voz en off de uno de ellos: dice que se encuentran en la comunidad de El Molino con el objetivo de impedir la entrada a Guamote del candidato Guillermo Lasso, cómplice artero de la represión de octubre de 2019. En el video más difundido se ve la misma escena desde otro ángulo y, en un terraplén adyacente, junto a un vehículo todoterreno, Delfín Quishpe aplaudiendo y alentando. Luego (el video está editado) aparece Quishpe en medio de la acción, lanzando una arenga micrófono en mano: “¡Nos vienen a insultar esos monos!”, dice: “¡Malditos! ¡Eso no es democracia! ¡Vayan a ofender en su casa, no aquí!”.

Hay también varias fotos que captan escenas de forcejeos y enfrentamientos, la más significativa de las cuales muestra al propio alcalde de Guamote con una piedra de tamaño regular en cada mano. Finalmente, en lo que parece ser un rincón más tranquilo de la misma carretera, Guillermo Lasso habla a un grupo de indígenas que lo rodean: “Penosamente -dice- debemos denunciar el ataque de Delfín Quishpe, alcalde de Guamote, quien con su auto bloqueó la carretera de acceso a un evento con la comunidad de Guamote, tomó piedras en sus manos y lanzó las piedras a los autos que nos acompañaban”.

Eso parecía todo, una anécdota vergonzosa con carne para memes. Pero no. Con insólita rapidez, las cuentas correístas más ruidosas del Twitter, como las del propagandista Orlando Pérez y los medios que coordina, empezaron a difundir el video de Delfín Quishpe junto a su todoterreno: el parabrisas trasero ha sido retirado de su lugar y él está de vuelta en el terraplén del video anterior: “¡No puede ser, Dios mío! -se lamenta el alcalde de Guamote ya sin un asomo de la furia que lo llevó a armarse de piedras- la gente de Guillermo Lasso me manda rompiendo el parabrís (así dice) de mi carro”. Grave cosa: ¿quién atacó a quién? Alguien aquí está mintiendo con descaro. ¿Quién será?

Andrés Arauz aún trata de sobrellevar la vergüenza de ver el exitoso eslogan Andrés-no-mientas-otra-vez convertido en consigna nacional, en frase de camiseta, en letra de canción... Había dicho que el gobierno argentino nos donaría vacunas contra la COVID y resultó mentira; que la Contraloría le había absuelto de toda culpa en el caso del contrato con sobreprecio que firmó cuando fue ministro de Cultura y resultó mentira; que siempre apoyó la dolarización y resultó mentira. Todavía no termina de recuperarse del fiasco que significó el descubrimiento de su piponazgo y la ignominiosa caída de la torre de mentiras construida para ocultarlo. Su campaña acaba de ser desenmascarada falsificando pruebas, nada menos, de la supuesta vacunación VIP de Guillermo Lasso, con la participación del exsecretario presidencial Omar Simon. Un bochorno tras otro, sin parar, ha sido esta segunda vuelta para Andrés Arauz. Y, sin embargo, sigue. No lo puede evitar. Ahora el correísmo acaba de someter el episodio de Guamote al juicio de la opinión pública: todavía les queda arrestos para decir, entre Guillermo Lasso y el correísta Delfín Quishpe, es-mi-palabra-contra-la-suya.

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Rafael Correa le cree a Quishpe, claro, y se solidariza con él. Y el ejército de trolls y guerreros digitales se manifiesta en masa y convierte en tendencia nacional la etiqueta #LassoOdiaALosIndios, con cientos de mensajes dedicados a reproducir datos sacados de contexto del mentiroso informe de la Defensoría del Pueblo sobre octubre de 2019, en el que no se menciona a Guillermo Lasso por ningún lado. Así, pocas horas después de que la caravana de Lasso fuera apedreada por Delfín Quishpe, una delirante campaña de desprestigio ha sido puesta en marcha en contra suya, una campaña que ya perdió toda relación con la anécdota que la originó y solo busca un objetivo: su asesinato simbólico.

Dato curioso y para nada inocente: en esa campaña de desprestigio, las firmas más activas no provenían del movimiento indígena de Chimborazo, donde se produjeron los hechos, sino de Cotopaxi. Natural: es ahí donde se encuentran las bases mariateguistas y de radicales violentos que reivindican el levantamiento de octubre de 2019. Fue el líder de todos ellos, Leonidas Iza, quien convirtió el enfrentamiento entre Guillermo Lasso y el alcalde de Guamote, Delfín Quishpe, en un episodio de reivindicación de las víctimas de esas jornadas de protesta, en particular de Édgar Yucailla, nativo de Guamote. El correísmo y octubre se vuelven a juntar.

El episodio de Guamote no solo representa la esencia de lo que ha sido esta segunda vuelta electoral, con la candidatura de Lasso buscando crecer en espacios que no son los suyos y la de Arauz respondiendo con campaña sucia, sino que define con exactitud la naturaleza de la elección que se avecina. El correísmo propone un país en el que un alcalde armado de palos y piedras, al mando de una tropilla de intransigentes, tendrá el poder de prohibir la entrada en su cantón de cualquiera que piense diferente. Y donde ese comportamiento será ejemplo de conducta cívica y objeto de solidaridad ciudadana. Propone reeditar los días en que el aparato de propaganda era capaz de imponer, por intimidación y omnipresencia, cualquier versión alternativa de la realidad, cualquier mentira, cualquier calumnia destinada a desprestigiar y producir el asesinato simbólico de aquellos que sean señalados como el enemigo. El episodio de Guamote demuestra que así actúan los correístas, incluso en campaña. De lo que son capaces de hacer en el poder el país tiene ya experiencias suficientes.