El club brasileño bajó de categoría por primera vez en su historia. Jugó 45 años en la serie A.

Los grandes tambien lloran

El fútbol tiene estas cosas. A veces pruebas la dulzura de la gloria, a veces se derraman las lágrimas más espesas por tocar el fondo del fracaso. Así es de caprichoso.

El fútbol tiene estas cosas. A veces pruebas la dulzura de la gloria, a veces se derraman las lágrimas más espesas por tocar el fondo del fracaso. Así es de caprichoso. El 11 de diciembre pasado, Internacional de Porto Alegre igualó (1-1) contra Fluminense en el estadio Giulite Coutinho, y descendió de categoría tras 45 temporadas en la serie de privilegio.

Un grande más del fútbol brasileño que baja de categoría. ¿A qué se debe? Mil razones y mil especulaciones. Puede ser el equipo que se ensambló, el cuerpo técnico, problemas institucionales que repercutieron. En fin.

En el caso del Inter de Porto Alegre se apunta a la salida de un entrenador y la llegada de otro que nunca encontró la brújula para encaminar al equipo ‘colorado’. El exfutbolista brasileño Argelico Furcks dejó su cargo para dirigir el Figueirense, y en su reemplazo llegó Antonio Carlos Zago, también carioca. Uno mantuvo al Inter en los primeros puestos, salió, y Zago no pudo evitar el entierro del club.

Así como el Inter, muchos titanes del fútbol conocieron la serie B. En Italia, el Milan, la Roma y la Juventus, bajaron de categoría. Los ‘rossoneros’ (7), que después del Real Madrid (11), son los que más veces levantaron la ‘Orejona’ (Champions League), descendieron en dos ocasiones: primero en 1980 por un caso de corrupción y luego en 1982, por cuestiones deportivas.

La ‘Vecchia Signora’ tuvo un camino parecido. El famoso ‘Calciopoli’ fue el producto de amaño de partidos con árbitros entre dirigentes de la Juventus, Lazio y Fiorentina, siendo el equipo ‘bianconero’ el único que recibió una reducción de 17 puntos y el descenso (esto último solo la ‘Juve’).

Creíble o no, en Inglaterra, la tierra madre del fútbol, todos los equipos conocieron el descenso en algún momento. Hasta el mismo Manchester United bajó de categoría en dos ocasiones: 1936 y 1975.

El Liverpool de Londres fue el club grande que más tiempo se quedó en la Championship Cup (nombre oficial de la serie B en Inglaterra). Los ‘reds’ tocaron el infierno en 1954 y no pudieron festejar un triunfo en la Premier hasta 1962.

En España los inmaculados como el Barcelona y el Real Madrid jamás les tocó pisar las canchas en la categoría inferior, a ellos se suman el histórico Athletic Bilbao; luego todos descendieron: Sevilla, Valencia, Valladolid, Real Betis, Málaga, Villarreal y hasta el mismo Atlético de Madrid, que descendió en el 2000 y se quedó por dos temporadas en esa división.

En Colombia se vivió hace poco un descenso sentido. En 2011, los ‘Diablos Rojos’ del América de Cali sufrieron su peor humillación histórica, luego de 57 participaciones en la liga de privilegio. Se decidió en la promoción con el Patriotas que los derrotó en penales (4-3). Jairo Castillo, ídolo en el club, fue quien falló la ejecución decisiva en la tanda.

En 2016 se cumplió el quinto y último año de los ‘Escarlatas’ en la serie B cafetera. Acabaron segundos en la tabla regular y los hinchas ‘rojos’ lo celebraron como un campeonato de Copa Libertadores. Es un titán de Colombia el club caleño.

En Argentina, los más grandes probaron la desdicha de conocer la serie B. Independiente, Racing, River Plate, Rosario Central, Estudiantes. Todos. El único que siempre se mantuvo en la división principal del fútbol gaucho fue Boca Juniors.

En Ecuador la situación es igual, bajaron grandes equipos y el único que no jugó -pero sí descendió de categoría, fue Barcelona. En 1958, el club más laureado del país resbaló a la serie B, pero no jugó ya que el Valdez desapareció, obligando a los toreros a jugar en la serie de privilegio y no en la división previa.

Ha pasado en todos los países. Aquellos gigantes que parecen tener todo dicho y un destino de colores han encontrado un abismo de tristeza que se llama descenso. Les pasó a muchos. Los grandes también lloran.