El gran engano

Transcurrida la décima parte del gobierno del Sr. Moreno, empiezan a vislumbrarse cambios en la órbita política que, por la forma que van adquiriendo, podrían haber sido impensables pocos meses atrás. Ecuador es un país donde surge y resurge el realismo mágico: el partido de gobierno es la principal oposición; se creen triunfadores quienes ganaron las elecciones con base en el fraude y defienden como botín revolucionario lo que el propio presidente ya calificó como “una pendejada”. A pesar de todas las artimañas de la administración de justicia, el impresentable vicepresidente está (¿momentáneamente?) en la cárcel, acompañado de su seguridad, con wifi instalado para comunicarse con el ático, pantalla de plasma y alta resolución para el entretenimiento, aseverando que está de vacaciones y que regresará triunfante al solio (¿presidencial?) si se cumplen las amenazas proferidas a distancia por el “capo di tutti capi”. Los sueños de perro existen.

Va adelante la consulta, muy a pesar de las esperadas estupideces que se espetan desde las tarimas de AP en torno a la supuesta voluntad del pueblo que, por otra parte, con la credibilidad que le otorga a Moreno, el rechazo a Glas, y la aprobación de la consulta, le está respondiendo que llegó la hora de que ¡paren el carro!

Pero, el juego de los espejos y de las cortinas de humo continúa. El inefable Pozo (ciego, sordo y mudo excepto por las instrucciones recibidas por onda corta) estará a cargo de la consulta. Ya vendrá la Tibisay a dar instrucciones, y se preparará el “apagón” de la Navidad en el mejor estilo del fraude de patente chavista-madurista. Si tan solo Pozo y su séquito no estuvieran a cargo de tan trascendental evento podríamos sentirnos más tranquilos de la integridad de los resultados. Pozo recibió su banda amarilla y gran medalla de condecoración al Mérito de manos de su jefe, y nos queda en la mente aquella imagen del empleado abrazando emocionado a quien le debe todo, incluyendo la sumisión de la que hacen gala las revolucionarias de bolsillo.

Presidente, con el debido respeto a su autoridad y a su persona, no vuelva a mencionar “lo de la mesa servida”. No porque lo que ha recibido no sea basura y piltrafas, sino porque, al mantener Ud. al grupúsculo que ejecutó la mala práctica fiscal y que le dio como legado al país la deuda peor concebida y costosa, cuyos fondos fueron desviados hacia el gasto corriente que ahora nos toca pagar, Ud. les otorga el mandato de su confianza. ¿Cómo se le ocurre admitir que los que crearon el problema lo van ahora a resolver? No señor, no va a pasar, y su credibilidad en este tema es la antípoda de la que ostenta en lo político.

Los ecuatorianos le estamos mandando mensajes poderosos e inequívocos. Ud. como jefe de Estado y de Gobierno, debe, de una vez por todas, mandar al séptimo círculo del Infierno de Dante (que Ud. también mencionó en su discurso del 30 de septiembre) al correato. Su tarea no es fácil, pero si sigue jugando a la corrección política, y se somete al control de AP, las herencias de la década perdida pasarán a ser de su propiedad, y su fracaso arrastrará a todos los ecuatorianos.