Geopolitica (II)

Daniel Ortega, el dictadorzuelo, está decidido a sofocar la revuelta que se extiende desde hace varios meses, como así lo demuestra el fracaso de la reunión a cargo de la Comisión Internacional de Derechos Humanos, la curia, los delegados del gobierno y la oposición conformada por elementos de la población y representantes de la dirigencia estudiantil.

Ante el fracaso, vuelven estudiantes y pobladores a las calles a reclamar justicia y democracia, protestando por la opresión y tortura implementadas por el Gobierno, que ya han cobrado más de 300 vidas.

Es innegable el doble discurso de Ortega, que por una parte pide el diálogo y por la otra lanza a la policía con órdenes de tirar a matar a los insurgentes, cuya sangre derramada no le impresiona dado su espíritu draculiano, ampliamente conocido, siendo prácticamente improbable su salida negociada del poder. Por otra parte, la posición de Almagro, pese a su importante cargo en la OEA, ha sido evidentemente muy tibia frente a la envergadura del conflicto.

Recalquemos la presencia de cubanos en nuestras latitudes, debiendo recordar que ingresaron al país a base de trueque por arroz; muchos de ellos serán elementos positivos, pero recordemos el hecho de que a otros se les vio acompañando a Correa en manifestaciones y en su última visita al Ecuador, en calidad de fuerza de choque o protección.

Su presencia en las fuerzas de ataque de Ortega se relaciona con el eje Cuniv, mencionado en un editorial anterior, que propugna la integración de Cuba con Venezuela, dada su importancia en el suministro de petróleo y derivados, tanto para la isla como para Nicaragua, lo cual fortalecería la logística estratégica y comercial de este triángulo hegemónico trinacional.

Los hermanitos que se abrazaban en el pasado piensan incluirnos, integrando el cuarteto Cunive; solo así entendemos las frecuentes visitas a Cuba, a donde iban a recibir instrucciones de Fidel para aplicarlas como estudiantes de escuela, y a planificar todo lo abyecto y torcido para fortalecer el tsunami socialista del siglo XXI, que por poco acaba con nosotros.

Y sigo andando...