Actualidad

Gabriel Eljuri, la partida de un colega que vivia de su voz

Este 9 de marzo de 2018, está previsto el arribo de sus cenizas. Luego pasarán a Jardines de la Esperanza.

Eljuri fue locutor y productor de TV.

“Cuando un amigo se va deja un espacio vacío”, dice el cantante argentino Alberto Cortez. Y así es. El lugar que deja el locutor de radio, productor de TV y voz en off de Canal Uno, Gabriel Eduardo Eljuri Cellema (nacido en Guayaquil en 1958), no lo podrá llenar la llegada de otro amigo.

No recordamos cuándo ni dónde nos conocimos. A la amistad no se le pone tiempo. Lo que sí sabemos es que fue en el trajinar periodístico y que compartimos con amigos en común. El miércoles en la tarde se nos fue. Alsino Herrera, comunicador y allegado de la familia, nos había comentado que los médicos del Hospital Metropolitano de Quito les habían manifestado el martes que se preparen para lo peor. Era cuestión de horas. Desde el 18 de enero Gabriel batalló entre la vida y la muerte. Sin previo aviso cayó enfermo.

Primero ingresó a la Clínica San Gabriel y luego a la Kennedy de la Alborada. Al principio se creyó que era una tos o gripe común y corriente, o que el cigarrillo había afectado sus pulmones.

La negligencia de la salud pública en este país dio un mal diagnóstico, expresaron sus parientes en su momento, pues fue sometido a exámenes previos en un centro de salud pública. Cuando los doctores particulares confirmaron la enfermedad ya el virus AH1N1 se había tomado su organismo. Entonces comenzaron a organizarse cruzadas, eventos, remate de artículos variados y todo lo que a sus conocidos se les ocurrió para recaudar fondos.

También se oficiaron misas rogando a Dios por su mejoría. Algunos amigos, entre ellos Marcos Castello, Héctor Chávez y Alsino Herrera, estuvieron ahí. Con este último lo unió una amistad desde 1983. Era el pana leal, de farra y de confidencias que permaneció horas y horas junto al lecho del dolor para devolver aunque sea un granito de arena de esa dedicación que el productor del recordado Show de Bernard de Ecuavisa le entregó cuando Alsino sufrió un accidente casero en el cual se quemó gran parte de su cuerpo en 2010.

Entonces Alsino corrió con mejor suerte, aún no le había llegado la hora y pudo contar la historia. Gabriel no. Un contacto con el galeno colombiano Leonardo Salazar hizo vislumbrar una luz al final del túnel. Ya había tratado casos similares y con buenos resultados en el vecino país.

Totalmente dispuesto a brindar las facilidades del caso. Se iba a enviar un avión ambulancia para el traslado a y para aplicar el ECMO, una técnica extracorpórea para proporcionar soporte cardíaco y respiratorio. De inmediato sus familiares, entre ellos su hija Gabriela, y otros involucrados comenzaron a gestionar para llevarlo a Colombia. Era un tratamiento con un costo de aproximadamente 200.000 dólares.

Pero el viaje nunca se concretó. Muchas reuniones, trámites, largas... Se decidió movilizarlo a Quito. A los amigos nos invadió la impotencia, pero no perdimos la esperanza. Al inicio hubo una leve mejoría, pero luego sus órganos empezaron a fallar. ¡Qué resistencia la de Gabriel! No se daba por vencido, quería vivir.

En la madrugada de ayer hablamos vía WhatsApp con el doctor Salazar, quien lamentó el fallecimiento de Gabriel, y añadió: “Es importante tener o que se formen grupos en Ecuador para que ofrezcan las terapias”. Aunque nos duela, la última palabra la tiene Dios y Él decidió que parta de este mundo. Seguramente esa potente voz que se admiraba durante las promociones de las telenovelas y programas de entretenimiento y deportivos de Canal Uno, o en radios como Ifesa, Fantasía Musical, Élite, Amor, Cupido, Sonorama, entre otras, se escuchará allá arriba.

Esa voz era su sello personal, por algo era uno de los mejores locutores del país. Alguna vez fue actor teatral. Se nos fue el amigo y el colega que vivía de su voz. Aquel que llamaba a agradecer o nos mandaba un correo electrónico cuando se lo mencionaba. Estamos seguros de que ahora también lo haría. Era un hombre positivo, dueño de una gran sonrisa y un gran don de gentes. Era aquel que nos daba un fuerte abrazo cuando lo veíamos en las instalaciones de Canal Uno.