La frontera norte

El jueves se cumplieron los 10 días que en una insólita bravata, como si se fuese un poderoso líder guerrero al frente de un gran ejército, el presidente Lenín Moreno dio al delincuente alias Guacho para que se entregue o, para que sea capturado, vivo o muerto, por acción contundente de nuestras Fuerzas Armadas. No obtuvo ninguna respuesta o resultado, salvo la extrañeza pública general que causaron tales arrestos oratorios, impropios de un jefe de Estado, más aún en un pequeño país que se ha preciado de ser “una isla de paz”. Guacho, identificado como Walter Arizala, líder del Frente Oliver Sinisterra, grupo paramilitar disidente de las FARC, es el presunto autor del secuestro y muerte del equipo periodístico de diario El Comercio -que pretendía hacer un reportaje de lo que venía ocurriendo en la frontera norte con Colombia-, así como del nuevo secuestro en la jurisdicción de San Lorenzo de una pareja proveniente de Santo Domingo de los Tsáchilas. Los secuestros se dieron tras escasos días de la voladura del cuartel de Policía de San Lorenzo mediante un carro bomba, y poco después de que una mina explosiva causara la muerte de cuatro miembros de la fuerza pública, lo que lleva a concluir que se ha abierto en la frontera norte una especie de guerra declarada del narcotráfico contra los controles emprendidos por nuestro país, los cuales han dado como resultado la captura de toneladas de droga.

Por ser el narcotráfico un negocio de altísimas ganancias, va a subsistir, y los gobiernos, quiéranlo o no, tendrán que comprometerse en esta confrontación. Por otra parte, nos ha mostrado la cruda realidad de la triste situación de carencia de servicios básicos que sufren los ecuatorianos que viven en Mataje, provincia de Esmeraldas. Esa franja a la orilla sur del río que es nuestro límite con Colombia, se ha convertido, quién sabe desde hace cuánto, en la ruta de la droga que sale de ese país hacia los países de consumo que pueden pagarla. Mientras el Gobierno no vea y trate de remediar realmente las múltiples carencias de todo orden que sufren esos nacionales, de nada servirán los consejos asesores que con tanta diligencia elige Lenín Moreno, esperando quizá que le aconsejen otra cosa que lo que debe hacerse y que probablemente no hará.