Si Freddie Mercury...

Según Bryan May, guitarrista de la banda inglesa Queen, tal vez Freddie Mercury aún seguiría vivo si hubiese empezado a tomar los medicamentos contra el sida “tan solo unos meses antes”. El tiempo es determinante cuando se lucha contra una enfermedad mortal. También la época en que nos haya tocado vivir. El avance alcanzado hoy por la medicina habría permitido extender considerablemente los años de vida de Mercury, pues ahora la esperanza de sobrevida de un paciente con sida casi iguala al promedio de duración de la existencia de una persona sana. Sin embargo, otros factores también influyen: los sociales. Es más que probable que Mercury haya postergado la toma de medicación por guardar las apariencias, por haber estado “bajo presión”, la fuerte presión de la sociedad de hace tres décadas que, a diferencia de la del siglo XXI, todavía se escandalizaba al descubrir que una gran estrella era ‘gay’. Tiempo, época, sociedad... No controlamos el tiempo ni podemos adivinar la dirección que tomará el pensamiento global, o hacia qué se volverá tolerante. Mucho menos elegir la época en que naceremos, y aunque en la actual mucho de lo que considerábamos imposible se haya vuelto realidad, todavía no se ha podido desarrollar una cura efectiva para el cáncer.

Pero hay un factor humano susceptible de ser controlado y que no obstante de ello sigue devastando en forma irrefrenable, llegando a ser definitorio, muchas veces incluso entre la vida y la muerte. Un factor despreciable, presente en este mundo a través de los siglos, y que lejos de decaer se intensifica.

En el hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil US$ 1’035.780 en fármacos de quimioterapia para tratar diferentes tipos de cáncer se dejaron caducar; en Esmeraldas US$ 44.000 en medicamentos para tratar el sida, y en Portoviejo US$ 1.683 para combatir la leucemia. Ni tiempo, ni época, ni sociedad... Solo corrupción, corrupción convertida en desidia, en indolencia, en inhumanidad. Cifras imperdonables que ocultan tras sus números las vidas de personas que pudieron tener a su alcance la esperanza de una cura, de más días por vivir.