Francisco en Mexico

El papa Francisco, que recorre el mundo evidenciando la angustia que siente por las crisis de toda índole que agobian a la humanidad, ha llevado a cabo actos que son la palmaria demostración de que cuando hay sinceridad en la búsqueda de soluciones para problemas comunes, es la palabra culta y coherente la más conveniente. Esto lo puso en claro cuando se reunió en Cuba con el máximo jerarca de la Iglesia ortodoxa, con la que la Iglesia católica ha mantenido diferencias durante muchos siglos. Esa reunión entre los jerarcas de sus respectivas iglesias, elocuentemente demuestra que no se puede hablar de fanesca cuando se reúnen personalidades con distintos criterios ideológicos, pero con un mismo denominador en beneficio del bien común.

En su última visita a México, en donde fue aclamado como en todos los países que ha visitado, tuvo frases que deben ser recibidas y analizadas para aplicarlas, si es que en verdad quienes siguen a Francisco lo estiman como su guía espiritual.

Dijo que debemos meternos en la cabeza que con el demonio no se dialoga porque nos va a ganar siempre, y pidió a los fieles que eviten las tentaciones del dinero, de la fama y del poder. Estas son frases de advertencia que no deben ni pueden caer en el vacío, pues si algo hay que gravita hoy tremendamente sobre la humanidad es la tentación de los seres humanos por tener más dinero, ya que creen que es mejor tener que ser. Buscan la fama creyendo pasar así a la historia y por eso ejecutan actos atentatorios contra la ética, porque se confunden al estimar que el poder que ostentan les da la suficiente capacidad para actuar de esta manera. El papa ha hablado claramente. Quien no lo quiera oír es porque es sordo de verdad o sordo de conveniencia. El poder, la fama y el dinero son transitorios. Las multitudes que aclaman a Francisco deben aprender la lección que él dio en México porque así como en el ajedrez, al final de la partida vamos al mismo cajón el peón y el rey.

Debe haber serenidad en quienes gobiernan y respeto para los que gobiernan. ¡Que Francisco no are en el mar como Bolívar!

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