Referencial. Cinco organizaciones políticas no alcanzaron, en número de sufragios, el máximo de rúbricas de respaldo registradas.

Las firmas que no son votos

La firma es sinónimo de compromiso, menos cuando se está detrás del biombo. Todas las organizaciones políticas tienen un banco de rúbricas de votantes empadronados guardado en el Consejo Nacional Electoral que son afiliados y adherentes que respaldan s

La firma es sinónimo de compromiso, menos cuando se está detrás del biombo. Todas las organizaciones políticas tienen un banco de rúbricas de votantes empadronados guardado en el Consejo Nacional Electoral que son afiliados y adherentes que respaldan su creación. Entonces, podría entenderse que ese caudal de firmas es el número de votos que, por lo menos, tienen asegurados esas organizaciones políticas en una elección... pero no siempre es así.

Los resultados de las elecciones del 19 de febrero pasado revelan que cinco agrupaciones políticas no alcanzaron en número de votos el mínimo de la base de rúbricas registradas en el CNE, tanto en candidaturas presidenciales y/o en el aspirante a asambleísta nacional más votado de la lista. Por ejemplo, el movimiento Unión Ecuatoriana registra 158.370 firmas de respaldo, pero su candidato presidencial, Washington Pesántez, obtuvo 71.107 votos, y el aspirante a legislador nacional más votado de la misma organización, Raúl Bayas, 83.842 votos.

¿En qué circunstancia podrían las firmas traducirse en votos? El exvocal del Consejo Nacional Electoral, Fausto Camacho, considera que probablemente cuando el proceso de afiliación está cercano al de las elecciones. No obstante, otro de los casos es el del partido Adelante Ecuatoriano Adelante que, pese a ser una de las últimas organizaciones registradas previo a las elecciones de febrero pasado y de registrar, según su dirigencia, más de 2 millones de afiliados, es uno de los que obtuvo una baja votación frente al número de firmas registradas o que dice registrar.

Wilson Sánchez, director nacional del partido, cree que las firmas no necesariamente se traducen en votos por varios factores, uno de ellos, la comunicación. “Nos encontramos que hay una diferencia sustancial entre las campañas de los partidos frente a un aparataje inmenso de otras candidaturas”. En el caso específico de su organización sumó también el hecho de ser reconocidos con poco tiempo previo a las elecciones para conformar directivas, buscar candidatos y armar una estrategia comunicacional. Además, reconoce, que no tuvieron tiempo para aleccionar a su militancia para que voten por las listas completas y no solo por las cabezas.

Con el actual sistema de partidos, comenta Camacho, resulta arbitrario considerar que el número de firmas de respaldo de una organización se convierte necesariamente en una base de votos asegurados a favor de la misma agrupación. “Cuando los partidos vuelvan a reinstitucionalizarse y dejen de ser aparatos para las elecciones y pasen a ser rutas de transmisión de la ciudadanía hacia las instancias de poder entonces estará más cercano el número de afiliados y firmantes con respecto al número de votos”.

El también miembro del Observatorio Ciudadano Electoral considera que las personas ahora dan su firma sin ningún compromiso porque, a su criterio, la legislación electoral “banaliza” la militancia política al no darle verdaderas obligaciones a los afiliados y adherentes. Si bien la ley no establece deberes y obligaciones para los militantes, considera al estatuto (en el caso de los partidos) y al régimen orgánico (para los movimientos) como instrumentos normativos de obligatorio cumplimiento para sus miembros.

Pero si los ciudadanos entregan su firma sin compromisos, ¿la solución puede ser establecer reglas más rígidas para crear partidos y movimientos? El exvocal electoral cree que esa no es la solución. Mientras las organizaciones, plantea, no sean verdaderas “instancias de vida” y de funcionamiento permanente que organicen a la sociedad entorno a sus problemáticas, los nuevos líderes políticos van a preferir recoger firmas para crear su propio partido antes que adherirse a uno existente.