FIFAgate... por que

una vez más hay que ratificar que el deporte, cualquiera sea su disciplina, es una de las manifestaciones más nobles del ser humano, porque su propósito es elevarlo física, intelectual y espiritualmente. Los Juegos Olímpicos que reúnen a millones de hombres y mujeres alrededor del mundo, para reeditar cada cuatro años aquellos que se iniciaron en Grecia hace 2.800 años, en el 77 a. C., sirven para estrechar lazos de amistad, de solidaridad y de fraternidad. El olimpismo no solamente tiene caracteres deportivos. Es una filosofía de vida que se inspira en la era moderna en el pensamiento del barón de Coubertin. Mas, por desgracia, en el momento en que a título de hacer deporte se ponen en juego astronómicas sumas de dinero, que al ser manejadas por corruptos que llegan a dirigir “su” deporte con la mirada puesta en el cochino billete, se van al Cairo la filosofía, Coubertin y la Grecia inmortal. Esto es lo que sucede en estos momentos con uno de los deportes más populares del mundo, como es el fútbol.

FIFAgate es como se la conoce hoy a la entidad rectora de este deporte en el mundo. ¿Por qué FIFAgate? Porque sus directivos de todas las latitudes del planeta han cometido una gama de delitos sin acordarse de que “a todo chancho le llega su San Martín...”.

Se reunieron en Guayaquil en estos días los ministros fiscales de siete países de Sudamérica, integrantes de la FIFAgate en nuestro continente, para intercambiar informaciones sobre la corrupción de los integrantes de este organismo. Ellos expresaron públicamente que “ya no son organizaciones deportivas, sino presumiblemente organizaciones criminales”. Esto prueba que la corrupción no tiene fronteras ni ideologías.

Tal iniciativa de reunirse los fiscales debe incrementarse, para que juntos, igualmente luchen contra el narcotráfico. Es necesario hacer algo para que el planeta no se vaya aceleradamente a un abismo insondable. Asimismo, el mundo confía en que las investigaciones sobre la FIFAgate lleguen a establecer responsables, para que no sea un cuento más del gallo pelón...

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