Los Fernandez

Ganaron los Fernández. ¿Cómo? Para analizar el triunfo de quien se pensó estaba muerta políticamente, necesitamos entender dos aspectos de estas elecciones: primero, qué hizo Cristina bien, y segundo, dónde falló Macri. CFK contó con una estrategia, no simplemente actos dejados al azar. Fase 1: blindarse. Con Lula como ejemplo, la exmandataria comprendió que sin la protección del poder su mortalidad volvía. Así que agachó cabeza. De presidenta de la Argentina, a una diputada más. De haber tenido la última palabra, a no ser más que un voto. ¡Cuánto debió costarle! Ella: pidiendo permiso para hablar. Pero desde la cárcel no había cómo hacer campaña. Se blindó con inmunidad parlamentaria y mientras algunos narraban su caída, ella maquinaba su regreso. Lo que nos lleva al segundo acierto: Alberto Fernández. Para quienes no lo conozcan, el presidente electo de la nación, del 2007 al 2008 fue jefe de Gabinete de Cristina. Renunció y pasó a ser crítico de su gestión. “Tiró por la borda todo lo que hizo Néstor”. Declaraciones con esa tonalidad iban y venían. Y a él lo escoge Cristina. A un político de peso propio: con personalidad. ¿Cuál era el mensaje que buscaba enviar? Que quien gobierne, no iba a ser ella. No sería su títere. Con esta decisión de “hacerse a un costado”, eliminó el obstáculo que impedía al movimiento peronista avanzar. Ella simbolizaba división entre los que no querían a volverle a confiar el poder, pero al mismo tiempo sabían que sin su presencia, no podían ganar. Fue una jugada magistral: los votos de quienes votaban por ella a ciegas ya los tenían; el de los que querían volver a confiar, se lo ganaron. Los fallos de Macri. El central: pensar que haber removido al kirchnerismo era suficiente. Se enfocaron en reformas institucionales y lucha contra la corrupción. Mientras que lo que realmente le preocupaba al argentino era que gracias a la inflación cada vez le alcanzaba para menos. El gobierno minimizaba este descontento. Pensó que su victoria de 2016 era carta abierta para gobernar, cuando realmente había sido favorecido con el voto castigo. Esa confianza, más que confianza, es realmente la gracia de un período de prueba.