Las amenazas y tonos disonantes en los discursos, han ido reemplazando al diálogo que, hasta ahora, no arroja resultados.

Fausto Cobo: ‘El esquema de insurreccion esta intacto’

Ha pasado más de un mes desde que el Gobierno y la dirigencia indígena se sentaron a conversar para poner fin a la paralización de inicios de octubre.

Por sus labores como parlamentario andino, el coronel (sp) del Ejército, Fausto Cobo, decidió alejarse de la política local por un tiempo. Sin embargo, los últimos acontecimientos de violencia en Ecuador y la región, dice, le obligan a hablar y alertar de un problema que tiene tintes transnacionales.

- ¿El fantasma de la protesta violenta se alejó del país?

- Después de lo vivido en esos 11 días, el país tiene que estar alertado de que los violentos, los insurgentes, los terroristas no hicieron ni siquiera un repliegue estratégico. Lo que han hecho es un repliegue táctico. El esquema de insurrección está intacto.

- ¿A qué se refiere con cada uno?

- El repliegue táctico es la ruptura del contacto con el conflicto, con la causa y la intención que llevó a una parte de personas a estar presente en eso. Lo otro es permanecer con los intereses de la crisis y únicamente replegarse en el nivel operativo para no ser descubiertos, para protegerse frente a la reacción de la justicia estatal.

- ¿Hubo un bando que hacía un reclamo justo y otro que intentó aprovecharse para generar caos?

- Los ingenuos piensan eso, quienes hemos estudiado el tema y de la problemática de seguridad, sabemos que lo que sucedió es un ataque concertado entre varios actores, con un mismo objetivo. Aquí no hay infiltrados, aquí hay aliados. El correísmo, la extrema izquierda, indígenas, transportistas, disidentes de las FARC, entre otros.

- ¿Cómo se alían dos grupos que hasta hace no menos de tres años eran antagonistas?

- El sector indígena tiene su proyecto claro, al que me he opuesto siempre. Ellos aspiran a tener un estado dentro del Estado. Les han dejado avanzar y por eso ahora ya hablan hasta de un ejército propio. El correato busca recuperar el poder para borrar toda huella de corrupción, ambos saben que por separado no lo pueden lograr. Pero los indígenas sí pueden mover gente y los otros la plata, ideas y el plan político general.

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- Las protestas son diferentes a las de 15 o 20 años atrás no solo en Ecuador, también en Chile o Bolivia ¿qué ha cambiado?

- Lo primero es la tecnología; vivimos una etapa geopolítica en la que se han reducido los tiempos. Antes se marcaba el cambio de una etapa a otra en tramos largos. Hoy tenemos información al instante y la posibilidad de contactarse individual y colectivamente más rápido. Las amenazas ya no son convencionales. Hoy son complejas, intermésticas, es decir no son domésticas, son internacionales y comunicadas con la tecnología. A eso súmele que los Estados han perdido la capacidad de disuasión.

- ¿Qué hacer para recuperar esa capacidad?

- Las autoridades, el nivel político lo deben hacer. Hay que dar un marco jurídico claro, urgente, a las Fuerzas Armadas y la Policía para que puedan hacer uso del monopolio de la fuerza que legalmente se le otorga al Estado. Si eso no se recupera, los violentos seguirán yendo a la Asamblea a amenazar a las autoridades con que les van a aplicar justicia indígena. La disuasión tiene dos bases: primero los medios, los recursos y segundo, la más importante, la voluntad de emplear esos medios. Si el adversario identifica que no hay esa voluntad, no pasará nada.

- Eso es una parte ¿ y el papel de la inteligencia?

- La inteligencia falló y, al igual que los sistemas de seguridad del país, hay que reconstruirla porque en los diez años anteriores la destrozaron. La inteligencia tiene que ser útil, pertinente y oportuna, caso contrario sucede lo que sucedió, el Estado se ve abocado a dar palos de ciego, a ponerse a la defensiva, porque perdió la iniciativa estratégica frente a la ofensiva de este ataque insurgente concertado.

- ¿Con dos corrientes ideológicas en la región es probable que los conflictos persistan?

- Con la capacidad que tienen de reinventarse estos grupos autoproclamados progresistas van a estar presentes, sin dudar, unos años más en la coyuntura por eso es que hay que recuperar la capacidad disuasiva de los Estados, pero además hay que construir una institucionalidad internacional porque los conflictos ya no son domésticos, solamente. Lo primero es empezar a intercambiar información, dejar el egoísmo, el celo, siempre habrá reservas, pero tiene que ser más fluido el intercambio de información de inteligencia entre los Estados.

- La violencia parece no ser exclusiva de los grupos de izquierda ¿cómo explicar lo que sucede en Bolivia?

- En primer lugar la violencia hay que rechazarla de cualquier parte que provenga. Bolivia no vive un golpe de Estado, ahí hubo una constante y persistente violación de la Constitución, un manejo del poder para violar la voluntad del pueblo boliviano y una intención clara de fraude. Hasta cuando se produjo la huida de Evo Morales no hubo violencia, hoy hay violencia en el contraataque de las fuerzas de izquierda, ellos son realmente los violentos.

- ¿Es compatible la disuasión y los derechos humanos?

- Tienen que venir gobiernos fuertes que respeten los derechos humanos de la mayoría. Los violentos, los delincuentes también tienen derechos humanos, pero no pueden estar por encima de la mayoría.