Las farmaceuticas, los chinos y las drogas

L os fabricantes de cocaína, los sembradores de marihuana y los productores de amapola pronto serán desplazados por las empresas farmacéuticas que están descubriendo cada día más drogas que, convertidas en pastillas, pueden circular con mayor facilidad por el mundo.

A la hermosa flor la procesa en México el cartel de Sinaloa. Se convierte en un polvo blanco o café, creando así una de las drogas más consumidas a nivel mundial: la heroína. A propósito, cómo será el poder del cartel de Sinaloa que su jefe, el Chapo, está siendo juzgado en Nueva York y casi nadie quiere conformar el tribunal que lo debería condenar.

Nuevas drogas. La última noticia es que los carteles de droga mexicanos han descubierto una nueva combinación que se llama la ‘China Blanca’ o ‘China White’, como se conoce en su principal consumidor, Estados Unidos, y que se distribuye con facilidad.

Según los entendidos, es más potente que la morfina y además se invierte poco, mientras que las ganancias son millonarias, ya que la dosis puede ser en polvo o en pastilla, y puede llegar a ser hasta 50 veces más potente, ya que se la mezcla con el furanil fentanilo, que es un analgésico adictivo que solo lo adquieren los enfermos de cáncer con receta médica.

Un kilogramo de fentanilo cuesta casi 5 mil dólares y con esa cantidad se pueden fabricar hasta un millón de pastillas que se venden a 10 dólares cada una. Esto genera ganancias de 10 millones de dólares, según informes proporcionados en una conferencia entre forenses y especialistas químicos en México, el pasado mayo. Esta droga, que nació de una flor cultivada en los campos de una de las regiones más pobres de México, ha matado a 5.600 personas en Estados Unidos y Canadá entre 2006 y 2016, según cifras de NN. UU.

El furanil y sus efectos. Roberta Jacobson, exembajadora de Estados Unidos en México, dijo que el poder del fentanilo y su distribución social están causando un gran número de sobredosis y matando a personas de todas las edades.

La DEA ubica al cartel de Sinaloa como uno de los principales distribuidores de heroína en territorio estadounidense. En segundo lugar están los colombianos y en el tercero la mafia china. De acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, desafortunadamente aumenta el número de jóvenes mexicanos que intentan cruzar la frontera con paquetes de fentanilo. He aquí una justificación para Trump con su insistencia de crear el muro entre los dos países.

La actitud de los gobiernos. Pero hay otros problemas que debemos estudiar. Por lo pronto tenemos a Uruguay, donde los ciudadanos se acostumbraron a llevar una vida austera, con gobiernos bien constituidos. Llegó a la presidencia Mujica y decidió permitir el uso de la marihuana, la cual se vende en boticas y se la produce en casa. Con las circunstancias de que el actual presidente Tabaré Vázquez, un cancerólogo que hizo una fuerte campaña contra el consumo de cigarrillo, y del mismo partido que Mujica, se encontró con esta ley aprobada por su antecesor. Aparentemente el consumo de la droga no ha disminuido y, por desgracia, los adictos, después de la marihuana, son firmes clientes para buscar drogas más fuertes.

En Canadá, Justin Trudeau, primer ministro, también acaba de legalizar la marihuana con el pretexto de beneficiar al Estado que la monopoliza y acabar así con los narcotraficantes. Estamos casi seguros de que las consecuencias serán iguales a las que se dieron en Uruguay. El drogadicto se convierte en un inconforme que busca, cada vez, drogas más potentes.

¿Cómo será la nueva juventud? Es lamentable sostener que se viene una ola de consumo de todo tipo de drogas que llevará a la humanidad a vivir períodos terribles, en los que las guerras quedarán a un lado. Las mafias se pelearán el mundo en zonas de influencia. La niñez y la juventud pagarán las consecuencias. Temo que los gobiernos no tendrán la suficiente fuerza para controlar esta plaga. La Organización de NN. UU. para la Salud, cuya elegante sede está en Ginebra, responderá muy suavemente frente al poder de las farmacéuticas transnacionales. Solo quedan los hogares y las escuelas, donde los padres de familia deberán llevar un control estricto para mostrar a sus hijos los peligros a los que están sometidos. Nada de leyes que permitan determinada dosis de consumo, ni autoridades comprensibles. El mal se nos viene y las guerras tendrán otro sentido: conquistar el mercado juvenil y ganar el comercio de la distribución.