Falta un verdadero dialogo social
El nivel del diálogo entre ecuatorianos está lejos de lo deseable, porque nadie en su sano juicio puede estar en contra de dirimir a través del diálogo una situación antagónica; es la forma más democrática de resolver conflictos. Pero siguiendo la enrevesada dinámica tradicional, actualmente, cada grupo político, social o gremial quiere un diálogo a su medida. Este diálogo no va a resolver los problemas del país, pero es una herramienta política importante que puede ser el punto de partida para prevenir situaciones convulsivas como las que pasamos recientemente por el hartazgo de la exclusión, la desconfianza y la insatisfacción con la política y los políticos.
La costumbre tradicional ha sido arreglar bajo oscuras negociaciones en las cuales se repartían sus intereses de grupos y personales en contra de los intereses de las mayorías, para que después los acuerdos duerman el sueño de los justos.
Señor director, por falta de un verdadero diálogo social no nos damos cuenta de que somos una misma familia, que vamos en el mismo tren a un destino común. En efecto, la única manera de que la vida de los pueblos avance es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar.
La falta de un verdadero diálogo social inclusivo y participativo es una de las principales necesidades de la nación. El diálogo tantas veces mencionado ahora por nuestro gobernante, debería partir del deseo sincero de rectificar y enmendar tanto desatino del gobierno anterior y del actual; solo así se tendrá la solvencia moral para solicitar la colaboración de toda la sociedad y recuperar la confianza, sensatez y el sentido común.
“Pero todo esto no es el principal problema”. Lo peor es que los ecuatorianos vivimos en un ambiente moral contaminado. Nos sentimos moralmente enfermos porque nos hemos acostumbrado a decir algo diferente a lo que pensamos. Aprendimos a no creer en nada ni en nadie, a preocuparnos solamente por nuestros intereses. ¡Hoy se apuesta por un verdadero diálogo social o todos perdemos!
Ec. Mario Vargas Ochoa