Editorial | Hay que refrescarse

Hay que cambiar. Si realmente se escuchó lo que la mayoría dijo en las urnas, es el momento de refrescarse

El 16 de noviembre pasado fue un halón de orejas para toda la clase política del país. Tal vez el Gobierno, por ser el principal impulsor, lo sintió con mayor intensidad, pero no deja de ser un llamado de atención a todos los políticos y un reflejo de hartazgo ciudadano, en parte, por las constantes peleas infantiles y las escasas soluciones a los graves problemas del país.

Hay que cambiar. Si realmente se escuchó lo que la mayoría dijo en las urnas, es el momento de refrescarse. De dejar las posiciones radicales que estancan el avance de todos. El noboísmo debe ser el primero en dar el paso al frente y demostrar que entendió el mensaje. De momento, se ven pocas luces, pero hay tiempo para enmendar. Desde el correísmo, pese a arrastrar espesas sombras asociadas con la corrupción, hay un ala que empuja un relevo no basado en la impunidad de sus líderes prófugos o encarcelados. ¿Y el resto? ¿Qué pueden esperar los ecuatorianos de los otros políticos? ¿Existe la madurez para aceptar los errores y enmendarlos? ¿La voluntad para cortar de tajo y cambiar todo el podrido sistema electoral y de partidos políticos?

Es mucho pedirle a la clase política ecuatoriana, si embargo se ha hablado mucho en los últimos días de no perder la esperanza. Un voto de confianza es necesario, solo que este ya no puede ser en vano.