Preocupación. Moradores usaban mascarillas porque aún percibían el olor a amoniaco.

Fabrica donde hubo fuga de amoniaco no tenia permisos

El Municipio escucharía pedido de moradores a la hora de emitir uso de suelo. Vecinos temen por su salud, pues dicen que no es la primera vez que esto ocurre.

La imagen de su hija Abigail desplomándose en el piso se repite como una película de terror en la cabeza de Rosa Jiménez. La adolescente, de 16 años, fue hospitalizada la noche del pasado jueves por una fuga de amoniaco en una fábrica de hielo del recinto Nueva Esperanza. Esta no tenía permisos de funcionamiento, según el Municipio de Guayaquil.

Rosa no quería ni acordarse de lo que pasó, decía ensimismada bajo una carpa que, desde las 08:30 de ayer, levantó el Ministerio de Salud Pública (MSP) en la cancha comunal para atender a los afectados.

Allí recordó que se mecía en una hamaca cuando un ruido parecido a una explosión la sacó de su somnolencia. Sabía que algo malo había pasado, pero solo minutos después se dio cuenta de que era una fuga.

“¡Es amoniaco! ¡Apesta a amoniaco!”, les advirtió a sus hijas a las 18:40 del pasado jueves. Ella empezó a sentir náuseas, dolores de cabeza y dificultades para respirar.

Ernesto Carrasco, presidente de la Federación Médica Ecuatoriana, explica que la exposición a esta sustancia podría causar la muerte. “Es tóxica, por lo tanto se podría producir envenenamiento”, aseguró.

El mínimo contacto con la misma, añadió, puede desencadenar irritación de la vía aérea, neumonitis, falta de oxigenación de la sangre, pérdida de conciencia. Después de esto, el paciente debe someterse a una terapia respiratoria.

A Abigail le dieron el alta a las 03:00. Y no fue sino hasta la medianoche, que los vecinos pudieron regresar a sus inmuebles, sin embargo, su familia optó por ir a dormir a Chongón, porque estaban aterrorizados. Según Rosa, no es la primera vez que hay una fuga de amoniaco en ese lugar, ubicado en el kilómetro 19 de la vía a la costa. Pero esta vez el pánico se esparció tan rápido como la sustancia.

Por suerte, añade la madre de familia mientras espera que la brigada médica atienda a su hija, la acción rápida de los bomberos y la policía evitó una desgracia. “No quiero ni pensar qué habría ocurrido si esto pasa más tarde, cuando todos dormíamos. Hubiéramos amanecido muertos”, se lamentaba.

Tanto ella como su vecina Nury Intriago ruegan para que los sellos de clausura que colocaron el Cuerpo de Bomberos y el Municipio de Guayaquil permanezcan por mucho tiempo sobre el portón naranja de la fábrica.

Bolívar Coloma, director de Ambiente del Cabildo porteño, confirmó a EXPRESO que ese negocio “estaba trabajando al margen de la ley” y no podrá volver a operar hasta que tenga todos los permisos en regla. Trabajaban sin licencia ambiental, patente municipal ni tasa de habilitación.

Además, deben obtener el permiso de uso de suelo. Sin embargo, Coloma insistió en que se va a considerar la opinión de los moradores respecto a la permanencia del negocio en la zona.

“Tenemos que verificar con Vía Pública y con Justicia y Vigilancia la factibilidad de uso de suelo. Pero esta empresa, según lo que hemos investigado, no tiene esta factibilidad”, precisó.

Esto no tranquiliza a Jesús Bejarano, quien la mañana de ayer restregaba su ropa en el lavadero de su casa, ubicada justo frente a la fábrica. Ella ruega para que no solo cierren aquella industria, sino otras empresas que, según dice, contaminan el ambiente en el lugar.

Bejarano tampoco pudo dormir y, al igual que el resto de sus vecinos, le asusta que vuelva a ocurrir algo similar, dice mientras camina hacia la carpa donde Rosa fue atendida.

Cinthya Vélez, quien no se quitaba la mascarilla de su rostro, también fue revisada por el médico de Salud. Ella sí durmió en su vivienda, pero cuando despertó y notó que aún se percibía el olor penetrante del amoniaco, el miedo regresó.