A la tarea. Los pescadores de Manta vuelven a la faena cotidiana a pesar de los inconvenientes.

Exodo en espera de tiempos mejores

Dinna Vásquez es de Pedernales y se ha refugiado en Machalilla. No ha podido olvidarse de lo que vivió. “Fue horrible, la playa se partió en dos, la arena parecía gelatina, yo caía y me levantaba buscando a mi nieta y en una de esas salió un chorro de

Rolando Cedeño jamás pensó que su pequeña vivienda vacacional en temporada de playa, frente a Puerto Cayo, se convertiría ahora en el refugio para su familia y varios amigos. El hombre perdió parte de su inmueble en la avenida 4 de Noviembre de Manta. La casa corre grave riesgo de desplomarse y no es habitable.

Las condiciones han obligado al éxodo a este comerciante de mariscos que tenía su puesto de expendio de camarón, langostino, pulpo y pescado en el Mercado de Tarqui. Aunque lo ha perdido casi todo agradece a Dios por tener a toda su familia con vida.

Por suerte tenía otra opción de residencia, aunque esté lejos de sus actividades habituales. “Acá estamos bien, tenemos agua, comida y todos los servicios básicos, dejamos la ciudad por tanta desesperación que se vivió después de la desgracia. Seguiré con mi negocio desde acá y buscaré nuevos mercados hasta que mi ciudad se restablezca”, indicó Cedeño a este diario.

No se ha ido solo a su nuevo hábitat. Allí comparte la pequeña casa de dos plantas con seis amigos que se suman a los cinco miembros de la familia. Entre los once comparten los gastos de mantenimiento.

“Nuestra estadía en este lugar es pasajera, hasta que las cosas se normalicen en Manta. Es deprimente la situación actualmente. Había gente pasando hambre y eso me desesperó, así que decidimos mudarnos con nuestros hijos pequeños, aunque extrañamos mucho el que fue nuestro hogar por más de 20 años y nuestra natal Manta”, manifestó a EXPRESO Lorenzo Delgado, profesor de inglés de una unidad educativa.

Hay cientos de historias de muchas familias que después del terremoto salieron de una población que se quedó sin energía, sin servicios básicos ni alimentos en busca de un refugio más seguro y estable.

Puerto Cayo, Machalilla, Puerto López, Santa Ana, las provincias de Guayas y Santa Elena son lugares donde se ha asentado un gran número de familias que salieron de Manta, Portoviejo y Pedernales tras la catástrofe de la que se cumple hoy una semana.

Mario Vargas Esmeraldas (30), oriundo del sitio La Chorrera, una caleta de pescadores, ubicada a 25 minutos de Pedernales, que quedó totalmente destruida, se refugia junto a 15 miembros de su familia en una pequeña vivienda cerca de la playa de la parroquia Machalilla, al sur de Puerto López.

“Fueron momentos muy tristes, perdí a mis dos grandes amigos, pasé hambre, frío y sed durante tres días. La gente acá ha sido muy buena, nos han dado vestimenta, comida y hasta la cisterna que hay en la villa la llenaron de agua. Pero necesitamos medicamentos, colchones, toldos y un médico porque los niños están enfermando”. HLV