
La Estatal se somete a un examen ‘in situ’
Un grupo de trece evaluadores externos visita desde ayer la Universidad de Guayaquil. Su misión es verificar la información que entregó la entidad en su autoevaluación; y presentar un informe sobre el centro de estudios.
Un grupo de trece evaluadores externos visita desde ayer la Universidad de Guayaquil. Su misión es verificar la información que entregó la entidad en su autoevaluación; y presentar un informe sobre el centro de estudios.
Ese informe será decisivo en el objetivo de la institución de aprobar la evaluación, ascender de categoría y obtener la acreditación o certificación de su nivel de calidad educativa.
Este proceso está a cargo del Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior del país (Ceaaces).
Entre 2012 y 2013, este organismo efectuó una evaluación general de todas las universidades y escuelas politécnicas. Como resultado de ello, las ubicó en cuatro categorías, de la A a la D. Las de la última escala no obtuvieron la acreditación.
Entre ellas estuvieron la Universidad de Guayaquil y la Universidad Agraria del Ecuador, ambas de esta ciudad.
Según la Constitución (2008) y la Ley Orgánica de Educación Superior (2010), las instituciones que no obtuvieran la acreditación deberán salir del sistema universitario.
Para este grupo de entidades, el plazo vence este año.
El Ceaaces inició la nueva evaluación en julio y se extenderá, posiblemente, hasta noviembre o diciembre.
Implica, entre otros pasos, una autoevaluación, en la que la universidad se autocalifica en alrededor de 50 indicadores sobre Organización, Academia, Investigación, Estudiantes, Vínculación con la comunidad y Recursos e infraestructura.
Ahora, los evaluadores externos verifican ‘in situ’, si toda esa información se ajusta a la realidad y cuál es el índice de cumplimiento de los requisitos o rangos que pide el examen.
Así lo explica a EXPRESO el presidente de la Comisión de Intervención de la Universidad de Guayaquil, Jaime Medina.
“Algunos de los indicadores que piden son, por ejemplo, una estructura que sea cómoda para el estudiante. Si se compara la universidad en este momento contra lo que fue en el 2013 cuando consiguió una calificación de ‘D’, se notarían cambios no solo estructurales sino de manejo y de nivel de educación”, asegura.
Desde octubre de 2013, la Universidad fue intervenida por decisión del Consejo de Educación Superior (CES) -el organismo rector del sistema-, que adujo haber confirmado una serie de irregularidades académicas y administrativas.
Ahora, luego de casi tres años de presencia, las autoridades encargadas y los interventores se muestran optimistas de alcanzar la acreditación.
“La verdad sí, pero también creo que si seguimos así no solo conseguiremos la acreditación, sino que con el tiempo lograremos que sea bastante buena la calificación y que se reconozca más a la universidad”, expresa Jaime Medina.