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El uso del espacio publico

No es abundante en el Ecuador la bibliografía relacionada con el uso del espacio público y su apropiación. Entre las escasas publicaciones es notable el trabajo de Natalie Wong Chauvet. También ha trabajado sobre el tema Fernando Carrión.

Autores europeos contemporáneos, como el español Daniel Innerarity, han contribuido a la ampliación de su sentido reflexionando sobre el “nuevo espacio público” y otros, como su compatriota Jordi Borja, incluso se han atrevido a calificar como “agorafobia” a la resistencia de cierta arquitectura por preservarlos.

En efecto, cuando se establece que la mayor parte de los seres humanos viven en ciudades, estas son reducto de los vehículos de todo tipo, privilegiados en las facilidades citadinas para su circulación, a costa del sufrido peatón.

Claro que aquello de la preeminencia urbana de las poblaciones es un hecho a relativizar. Al menos, deja pendiente una pregunta: ¿se ha urbanizado el espacio rural o se ha ruralizado el espacio urbano? Y no solo en razón de que sin la mínima infraestructura destinada a satisfacer las necesidades básicas no es posible hablar de una ciudad. Peor todavía bajo la visión de que no es la posibilidad de vivir en una ciudad lo que genera la existencia de los ciudadanos. Es, por el contrario, la existencia de ciudadanos, dignos de la denominación, la que hace una ciudad. No hay ciudad sin ciudadanos. Lo contrario sí es posible.

Conviene entonces observar con simpatía, a priori, el esfuerzo por reordenar el espacio urbano que se viene dando en Guayaquil y es de justicia destacar que dicho proceso, en el caso de la ciudadela Urdesa, se dé luego de una campaña de información de 45 días sobre la norma que regulará el uso del suelo, destacando que, para evitar tensiones inútiles, el alcalde ha garantizado, como no podría ser de otra manera, que no ocurrirá una aplicación retroactiva de dicha ordenanza.

Durante ese lapso se recogerán todo tipo de observaciones y se darán incentivos orientados a facilitar su cumplimiento. La necesidad de tener sitios de estacionamiento es uno de ellos. Para propiciarlo se concederá un descuento del 50 % en el impuesto predial durante diez años.

También se privilegia la creación de pequeños negocios, intentando mantener la grata condición residencial de Urdesa y sus servicios.