Escuchar las voces

El agitado acontecer latinoamericano tiene en su origen, observándolo a primera vista, múltiples causas. Ello permite complejas visiones interpretativas del porqué se da y sesga la objetividad de los análisis. Sin embargo, buscando lo que la agitación muestra en común aparece un tejido social absolutamente heterogéneo disfrutando, por parte de una minoría, realidades sociales del primer mundo, en contraste con una mayoría que no tiene ni siquiera la esperanza de días mejores y mira con desencanto creciente cómo la corrupción hace más grande la brecha y lo sigue privando de la posibilidad de lograr mejores servicios básicos e imprescindibles, como la educación de calidad y la atención de la enfermedad. Por supuesto, también es visible el aprovechamiento oportunista de quienes han convertido las utopías de redención social en instrumentos para la captación del poder político y la rapiña, en alianza con grupos delincuenciales, que ahora quieren consolidarse en escala continental. Sin duda, enfrentar el fenómeno comentado requiere una alianza mundial que vuelva a entender que el crecimiento económico no equivale al ansiado desarrollo si no tiene el cuidado de lograr que se distribuya más equitativamente, tal cual lo están exigiendo en las calles las múltiples voces de estos días.