El autor obtuvo el Premio Casa de las Américas en novela. Su obra aborda la adolescencia en los años noventa.

Ernesto Carrion, un narrador que nacio en la poesia

Cinco amigos adolescentes son los protagonistas de ‘Incendiamos las yeguas en la madrugada’.

Cinco amigos adolescentes son los protagonistas de ‘Incendiamos las yeguas en la madrugada’.

La obra, escrita a manera de episodios y alejada de la cronología tradicional de una novela, llevó al guayaquileño Ernesto Carrión a un triunfo que no anticipaba: el Premio Casa de las Américas.

La historia, que se desarrolla en una ciudad que podría ser Guayaquil, o cualquier otra urbe latinoamericana, se centra en las vidas de los jóvenes, quienes crecen de manera apresurada en los noventa, en el sur de dicha ciudad, una premisa que, para el autor, es clave en el desenvolvimiento de la historia.

“El norte siempre es visto como lo que florece en una ciudad. Las ciudades nunca crecen hacia el sur, sino que mejoran hacia el norte. Esa condición hace marginales a los chicos y ellos viven esa marginalidad intentando adquirir cosas para poder ir a fiestas en el norte: perfumes de marca, camisas. Es una generación que está arruinada por la ambición y por el inicio de una cultura globalizada”.

La música de Kurt Cobain es un trasfondo para la obra; y su muerte, al igual que otra que marca la historia, es vital para el despertar hacia la adultez de los protagonistas de esta historia.

A la hora de calificar la obra, Casa de las Américas indicó que esta “ofrece un crudo y vibrante retrato social cuya intención no es solo sondear un paisaje urbano estratificado y violento, donde el desencanto y la pesadilla son las constantes de una ecuación de vida”, una concepción con la que el autor concuerda.

“Lo que pretendía era retratar las angustias, ambiciones, desencantos y excesos que atravesamos quienes nacimos y crecimos en el sur, porque, como lo he dicho antes, los personajes nunca son del todo ficticios; y ese afán por llegar al norte, pero sin nunca salir del todo del sur, sin nunca conseguirlo por completo”.

La narrativa le es reciente a Carrión, quien se forjó en la poesía durante cerca de 16 años y decidió ‘dejarla’ de manera definitiva en 2012; pero ha sido fructífera, pues cuenta ya con seis obras publicadas en este género, entre ellas ‘Un hombre futuro’ y ‘Cursos de francés’.

Para él, no obstante, la poesía es algo de lo que no puede desligarse del todo y que se encuentra presente en sus textos narrativos.

“Al principio me costó dejar la poesía. Escribir poesía es escribir con una libertad absoluta. La narrativa es muy técnica, es un oficio de verdad y no te permite muchas libertades, aunque yo me las tomo. Pero pese a esto sí siento que mi escritura está enredada por momentos poéticos”.

Carrión añade que, así mismo, hay referentes y elementos que se repiten a lo largo de sus piezas narrativas.

Con respecto al galardón recibido, el escritor dice que aún no sale del asombro, sobre todo porque considera que ‘Incendiamos las yeguas en la madrugada’ puede ser considerada una obra muy localista.

“Es de no creérselo, en serio. Siento que es una historia muy local y la escribí así porque quise retratar ciertos episodios de mi adolescencia y porque no está escrita a manera de capítulos, sino que experimenta con la forma. Pero realmente me siento muy honrado. Es un premio que ha ganado Roque Dalton, Ricardo Piglia y hasta cierto punto confirma mi certeza de que uno no tiene por qué prostituir lo que uno escribe, sino dejarse llevar por sus instintos”.

Galardón

Vallejo asombró con su poesía

Uno de los galardones que entrega Casa de las Américas es el premio de poesía José Lezama Lima. En esta ocasión, el galardón recayó sobre Raúl Vallejo, escritor y actual ministro de Cultura y Patrimonio, quien lo obtuvo por ‘Mística del Tabernario’. La obra ganadora es un diálogo con la poesía del escritor salvadoreño Roque Dalton. Fue publicada por la editorial colombiana Casa Libro.