Equivoco por desconocimiento

Qué lamentable resulta cuando no se encuentra la persona adecuada, en el sitio y momento indicados, pues es entonces cuando se precipitan las decisiones y se las toma más por las emociones que por la razón. Decimos esto porque hace ya algunas semanas, conversando con una muy importante dignataria de la República, nos enterábamos de que hace mucho tiempo atrás una autoridad superior preguntaba a la gente del Ministerio de Educación por qué las clases comenzaban en abril, cuando todavía había lluvias. Y al decir de ella, a más de mirarse entre sí, ya sea por temor, desconocimiento o prudencia, no hubo respuesta.

Así las cosas vino la decisión visceral, la que agrada al político, y se dispuso que el año lectivo vaya de mayo a febrero. Si alguien con conocimiento de causa hubiese estado en ese predicamento, hubiera podido explicarle a la autoridad que cuando el año lectivo tenía tan solo 9 meses este corría de mayo a enero, y que cuando se vio la necesidad de ampliar el tiempo de estudios a 200 días, se escogió entre anticiparlo a abril o retrasarlo hasta febrero: se hicieron las consultas, se analizaron los pros y contras de cada caso, y se determinó que entre febrero y abril, más conveniente resultaba iniciar el trabajo escolar en este último mes.

El político se queda con la idea de la lluvia, de la inundación, lo cual puede pasar indistintamente en cualesquiera de los dos meses. El educador analiza también el ambiente áulico; desgraciadamente los calores de febrero destruyen la posibilidad de una clase ordenada, estructurada, capaz de desarrollarse en la normalidad. El ambiente escolar es denso, pesado. El calor, los insectos, que son más crueles entre febrero y marzo, vuelven más duras las tareas de enseñar y aprender.

Así aparentemente se dio el error. El ministerio obsecuente no encontró más remedio entonces que satisfacer el agrado político y prefirió atrasar el inicio del año lectivo hasta mayo, dejando como consecuencia un último mes de clases: el de febrero, absolutamente insufrible e insoportable. Que la razón retorne pronto y el año escolar vuelva a iniciarse en el mes de abril.

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